domingo, 26 de noviembre de 2017

SIGUEN CAYENDO LOS ROBLES

COMITE INTERNACIONAL DE EX-PRESOS POLITICOS CUBANOS added 2 new photos.
4 hrs
LA FOTO DE HOY.
JOSE RAMON COSSIO MARTINEZ, MIEMBRO DEL MRP.CUMPLIO 10 ANOS DE PRISION POLITICA EN CUBA, DE DONDE SALIO PARA LOS ESTADOS UNIDOS EN 1978 Y SE RADICO EN EL ESTADO DE LOUSIANA, ALLI FUNDO CON GUILERMO BANGO LA ASOCIACION DE EXPRESOS POLITICOS CUBANOS DEL ESTADO, QUE FORMABA PARTE DE LA FEDERACION MUNDIAL DE EXPRESOS POLITICOS CUBANOS. MURIO EN NEW ORLEANS, EN LA DECADA DE 1990.
ROBERTO BORRELL LEMUS, FORMO PARTE DE UNA DE LAS GUERRILLAS QUE COMBATIO EN EL ESCAMBRAY EN CONTRA DE LOS HERMANOS CASTRO. FUE CAPTURADO HERIDO EN JUNIO DE 1961. NUNCA SE HA SABIDO QUE PASO DESPUES DE SU CAPTURA.

miércoles, 22 de noviembre de 2017

OTRO JIRON, ESTE EN BAHIA DE COCHINOS


 José Bello, colaborador
Espeluznante Narración del Brigadista     por Emilio Valdés Calderón
El brigadista Emilio Valdés Calderón, 3099, salió de Cuba el 8 de Noviembre de 1959 y regresó con un rifle an la mano el 17 de Abril de 1961. Fue estudiante de la "Academia Marrero", en el Reparto Almendares, cerca de La Habana, y miembro del Cuerpo de Tallares de la Policía Nacional, en el Cuartel Maestro. Actualmente, 1992, es el Delegado de la Brigada 2506 en California. Su relato del viaje en «La Rastra de la Muerte» es profundamente conmovedor, al mismo tiempo que causa indignación por la crueldad y bajezas de los comunistas.
En la Ciénaga... en la rastra...
No, no: no vamos a leer un episodio de horror cometido durante la ocupación de Polonia por los nazis. No, no: no relataremos cuando miles de judíos eran apilados en vagones de trenes completamente cerrados, en los que viajaban desde Varsovia a Treblinka: el Campo de la Muerte donde fueron exterminados más de un millón de hombres, mujeres y niños.
Lo que expondremos a continuación es el testimonio de un cubano, miembro de la Brigada de Asalto 2506, quien sobrevivió en el macabro y gigantesco refrigerador ambulante del tirano Fidel Castro.
Emilio estuvo en aquella rastra de Torquemada en la que perecieron asfixiados nueve brigadistas y un jóven que, por equivocación o venganza personal, fue introducido en esa cámara de torturas que comandó el infame Osmani Cienfuegos, desde Girón a La Habana.
En el local del semanario "20 de Mayo", en Los Angeles, California, vamos a entrevistar a Emilio Valdés Calder6n, 3099 del Cuarto Batallón (Bon-blind) de Infantería de la Brigada. Están presentes otros dos distinguidos combatientes de Girón Orlando Atienza Pérez y Sergio G. Diaz Morejón.
No fue fácil convencer a Emilio - de personalidad introvertida - para que accediera a éste diálogo público, ya que se emociona profundamente cuando recuerda aquellas ocho horas de terror en la rastra. Pero, patriota al fin, por primera vez revela a la prensa su espantosa experiencia.
EN LOS PANTANOS DE LA CIENAGA DE ZAPATA
Mocetón de seis pies de estatura y 220 libras de peso, de carácter apacible y conducta irreprochable, recta, impecablemente caballerosa, a quien un "Lord" inglés calificaría de "gentleman", Emilio Valdés primeramente nos habla de lo ocurrido en la Ciénaga de Zapata, antes de ser amontonado en la fatídica rastra:
"Del barco Caribe desembarcamos en Playa Girón De allí nos trasladamos al aeropuerto, y con la Tercera Compañía, al mando de Mojica, Ilegamos a Playa Larga en el medio de un feróz combate. El cielo vibraba por los impactos de la metralla.
Al terminársenos las balas, recibirnos órdenes de retirada y tratar de Ilegar a Cienfuegos. En mi grupo habiamos aproximadamente unos 140 hombres. Desde donde estábamos, cerca de San Blás, divisamos un barco aliado a corta distancia de Girón.
Arrancamos un espejo de un jeep que encontramos, y uno de nosotros que sabía Clave Morse transmitió un mensaje hacia dicha embarcación, para que sus tripulantes nos rescataran. Era un buque de Estados Unidos. Nos respondieron que no podían recogernos. Era el 19 de Abril de 1961.
"Nos internamos en Ia Ciénaga y pronto la noche nos cubrió con su negro manto. Paramos en un punto para descansar. Estábamos agotados y sedientes. Dormimos algo, y cuando desperté, como a las cinco o sels de la mañana, pude comprobar que sólo quedábamos unos catorce.
Comenzamos a caminar - algunos casi no podían. Tan débiles nos sentíamos que los rifles nos lucían de 100 libras. Sin comida, sin agua. Pero como un milagro al encontrar alguien un oasis en el desierto, tropezamos con un pozo.
"El agua estaba muy sucia, pero gracias a Dios teníamos pastillas de cloro, y la convertimos en potable. Aparecieron unas boteIlas: no se de dónde salieron. Entonces, usando los pañuelos de todos, logramos llenarlas del precioso liquido. Parecía que estábamos viviendo una fantasía, una película; pero no: era una cruda realidad."
¿Que edad tenía en esa fecha?
Ventidós años, veintidós años... ¡Uffff!... Bueno: mi hermano Francisco estaba conmigo. También mi primo, Humberto Ulloa, y nuestro tío Rosendo VaIdés. Este último se nos perdió, junto con muchos otros. Seguimos deambulando y observamos huellas de una vaca. Febrilmente la buscamos... No era una vaca cualquiera -como la de la canción, usted me entiende... pero ese fue su día de suerte: se nos fue y se salvó... (O no: a lo mejor fue la misma vaca que, despavorida, no lejos atrapó el grupo de San Román: la que fue sacrificada y devorada ... ).
"Fuimos a dar con un bohío muy grande. Allí estaba un campesino, solo, sentado muy tranquilamente. El nos dijo: muchachos, ya han pasado por aqui casi cuarenta de ustedes... Me duele decirles que no tienen salvación: esto está totalmente! rodeado por las milicias. Ese hombre se portó muy bien, y nos dio agua y azúcar.
"Unos jovencitos vecinos nos trajeron yuca, y entonces el campesino nos enseñó la mitad de un billete que le habían entregado aigunos de nuestros compañeros que anteriormente pasaron por allí. El nos aconsejó que para burlar el cerco teníamos que cruzar la carretera adyacente, aunque por élla transitaban muchos camiones del gobierno.
Comprobamos que cada cincuenta pies habla un miliciano de posta. Optamos por dividirnos en dos grupos para hacernos menos visibles. Quedábamos cinco en el mio: mi hermano, Ulloa, Crespo (de 17 años), un entenado de Babún, y un servidor. Ulloa, el mayor de nosotros, fue designado jefe.
PERSEGUIDOS Y APRESADOS
No queremos interrumpir a Emilio. Su relato es tan drimatico e interesante que nuestras preguntas serian innecesarias. Lo dejamos libre, poseido de sus recuerdos...
Malamente vestidos - disfrazados - de civiles, con ropas regaladas por campesinos, nos hablan aconsejado que si nos paraban los milicianos, dijdramos que 6ramos carboneros de Cayo Ramona. Soltamos las armas largas, las escondimos, y nos quedamos con pistolas, un M-3, y granadas, ademis de nuestros cuchillos comandos. Divisamos milicianos, y gateamos una distancia de dos bloques para eludirlos.
Crespito, después de una misión de avanzada, nos dijo que cerca habla un bohío recién pintado y un pozo de agua. Un helicóptero pasó muy bajo, por encima de nosotros. Volvió Crespito rumbo al bohío, pero regresó gritándonos que se acercaban cientos de milicianos...
En los contornos de San Blás, nos descubrieron. Nos tiraron con todos los hierros. Llovían balas hacia nosotros. Mi primo Humberto resultó herido, y paramos de disparar. Entonces nos capturaron. Un sargento, de color, nos permitió que atendiéramos a Ulloa, quien sangraba profusamente por el costado izquierdo. Le pusimos un torniquete, tal como nos habián enseñado en Guatemala.
¿Hacia dónde los llevaron?
Cada vez venían más y más milicianos. Pensé que no eran cubanos, ya que usaban unos collares muy raros, de huesos y cosas de esas, raras... Entonces, mi primo me dice que había reconocido a uno de los captores. Le dije que se callara, que no dijera nada, pero el muy 'cabezón' le gritó a ese militar, muy grueso 61: iEh, gordo!: ¿no te acuerdas de mi?...
El gordinflón vociferó: a éste lo vamos a fusilar primero... Yo regañé a mi primo: ¡Humberto, Humberto, te lo dije!... pero bueno: nos llevaron a un cacerío y nos dieron pan, agua, y mucha guayaba. iQue manera de haber guayaba allí! Después de tres horas de interrogatorios nos condujeron a Playa Girón. Ya antes habian llevado a Humberto y nos habían dicho que lo estaban operando..."
EN LA RASTRA DE LA MUERTE
Al llegar a Girón nos maltrataron: escupióndonos, insultándonos, amenazándonos con el paredón. Nos metieron en una casa donde habían muchos más prisioneros. Entre ellos vi a tres que fusilaron después. Uno fue Pérez Cruzata, quien había estado antes con Efigenio Amejeiras, Jefe de la Policia.
Estábamos decididos a afrontar lo que nos deparara el destino. En un cuarto habíamos más de treinta, y allí encontré a mi primo, tirado en el piso. No lo habían atendido.
Ya nos estamos acercando en la entrevista al momento en que más de cien brigadistas iban a ser introducidos en una rastra de fabricación norteamericana, que era empleada para transportar mercancías congeladas. Aunque no por esta vez, que iba a cargar una preciosa humanidad. A pesar de haber transcurridos treintiún años de ese bestial hecho, Emilio Valdés no puede evitar borrarlo de su mente y sufrir una fuerte emoción cuando habla del mismo. Con la voz afectada nos dice:
Nos alinearon frente a una rastra junto a la que estaba parado el Comandante Osmani Cienfuegos (hermano de Camilo). Un señor (Fernández Vila, Oficial del INRA - Instituto Nacional de la Reforma Agraria) lba llamando a muchos, incluyendo a heridos. En esa lista caímos mi hermano Francisco, Humberto y yo.
En el libro "The Bay of Pigs", su autor, Haynes Johnson, revela que el hijo de José Miró Cardona fue interrogado rudamente por Carlos Rafael Rodríguez, pero que no se doblegó a esa rata comunista. Cuando Fernández Vila pronunció el nombre de Erneido Oliva (capturado el 23 de Abril), Cienfuegos le preguntó que tenía que decir. Oliva respondió con su nombre, rango y número de serie. Vila le gritó que estaba insultando a Osmani, a lo que el prisionero erguidamente contestó: "Cállate, que tu no eres más que un ladrón del INRA."Oliva fue sacado de la rastra, lo que posiblemente salvó su vida.
Cuanda ya habían cerca de 110 brigadistas dentro de la rastra, los que eran vejados de palabra por Cienfuegos - Fernández Vila le dijo que se iban a morir asfixiados. Y así se expresó esa hiena de Castro: "No importa. De todas formas los vamos a fusilar! Tráiganme cuarenta cochinos más!
Buenooo.. sigamos ahora con el espantoso relato de nuestro entrevistado, Emilio Valdés:
Ciertas aquellas palabras de Osmani Cienfuegos. Yo las escuché.
Emilio está completamente emocionado. Le cuesta trabajo hablar. Se hace una pausa muy prolongada. Sergio, Orlando y el periodista también callamos. Le aconsejamos a Emilio que no se apure, que descanse. Ya repuesto, continua:
Yo estimo que habiamos 161 prisioneros en la rastra, y un joven de unos 20 años, campesino de la Ciénaga, que no se por qué lo pusieron con nosotros. Antes de entrar, tratamos de aclarar que 61 no era un invasor, pero no nos hicieron caso. Ese jóven fue uno de los que murió asfixiado.
Más de 40 heridos fueron tirados en su interior. Cerrada la puerta lateral, el vehículo fue puesto en movimiento. Tratamos desesperadamente de volcarlo lanzándonos todos contra los lados, pero inútilmente. Las paredes interiores estaban cubiertas con madera, creo de 'plywood', y lo demás era como macilla muy dura, como un zinc. Un paracaidista que sabía Karate logró romper algunas tablas.
Estábamos muy apiñados y el aire comenzaba a faltar. Fue horrible. La oscuridad era total. Se produció un caos. Difícil de describir aquellas escenas... En la parte de atrás de la rastra logramos hacer algunas hendiduras con los metales de nuestras correas, de nuestros cinturones, y un pedazo de hierro que apareció no se cómo. El Infierno del Dante me lució entonces un paseo por el Prado...
LA IMPRESIONANTE MUERTE DE JOSE MILLÁN
Logramos hacer unos cuatro huequitos de más o menos una pulgada y media cada uno, y claro, éramos muchos para todos poder usarlos. Esas ranuras fueron hechas como a unos tres pies del piso. En la parte del frente de la rastra se produce una gran agitación, ya que allí no había respiración alguna.
Algunos de esos hombres, ya casi desmayados, logramos cargarlos, pasarlos hacia atrás y ponerlos juntos a los huecos. Uno de ellos fue Arteaga, vecino mío en Cuba, quien prácticamente muerto, pudimos revivirlo. Mi hermano, el viejo Guerra y su hijo estaban al lado opuesto del ancho de la rastra.
El viejo Guerra nos arengó para que estuviésemos tranquilos pues asi nos ibamos a salvar. Yo use un hueco y después se lo di a un compañero. Unas naranjas que alguien logró introducir, o que un miliciano nos dio en Girón, nos sirvieron de mucho para calmar la sed. Sobre el piso ya estaban mezclados sudores y desechos humanos.
Poníamos nuestras camisas en las Paredes Para absorber la humedad y el frío de la noche, y pasándolas por nuestros cuerpos nos ayudaba a mantenernos vivos y alertas, pues si uno caía al piso, no se levantaba más. Ya algunos habían muerto. Y he aquí lo que más me impresionó en aquel trágico viaje de ocho horas...
Un compañero, José Millán, saltó del piso y me dio en la cara, sin querer... (las palabras se traban)... Me dejó saber su nombre y que tenía a su esposa e hijas en Miami. Entonces me confesó que se iba a morir en ese momento... que tenía a Jesucristo delante de 61... que nosotros seríamos salvados... No pasaron dos minutos, y Millán cayó muerto. A mi lado.
"La única gran alegría que tuve en toda esa odisea fue encontrarme a mi tío Rosendo Valdés, sano y salvo, en el Palacio de los Deportes."
Supimos que la rastra había llegado al Castillo del Príncipe. Después siguió hasta el Palacio de los Deportes, donde por fin, por primera vez, fue abierta una puerta lateral. Casi no podíamos levantarnos. Mi hermano y el viejo Guerra me ayudaron a salir. Cuando miré hacia atrás, vi a muchos cuerpos en el suelo.
Después supimos que hablan muerto nueve y uno poco después, incluyendo aquel jovencito que no era brigadista. Fue un espectáculo de horror. La culpabilidad directa fue de Osmani Cienfuegos. Noté en el Palacio que muchos militares hicieron gestos desaprobando aquel holocausto, aquella masacre e ignominia. Un verdadero acto de cobardía. Fidel Castro fue tan responsable como Osmani, por respaldarlo.
Cuando se escriba completa la historia de Bahia de Cochinos, se van a saber muchas cosas más.

SERGIO GILBERTO DIAZ MOREJÓN nació el 6 de Septiembre de 1926 en San Juan y Martínez, Pinar del Río. En un bote, salió de Cuba el 16 de Noviembre de 1960, desde la Laguna de la Leche. El 1ro. de Enero de 1961 se alistó en la Brigada 2506, llegando a los campamentos de Guatemala a los pocos días. Su número de Brigadista es el 3238, habíendo pertenecido al Batallón 2, Compañía F, operador de las ametralladoras calibre 30. Sergio Gilberto colaboró con su compañero Orlando Atienza en la redacción de la descripción de la Batalla de Playa Larga, en la que el participó heróicamente.
ORLANDO ATIENZA PEREZ navegó en el "Houston", que se adentró en la Bahía de Cochinos. Manejaba las "bazookas". En ese viejo barco de carga fueron trasladados a la zona de combate los Batallones 2 y 5. Fue comandado por el valeroso Capitán Morse quien desobedeció las órdenes de retirada de la C.I.A. y puso proa hacia Playa Larga, encallando la nave, ya muy averiada por la metralla de la aviaci6n castrista, contra los arrecifes. Orlando fue escogido por sus superiores como "El Soldado Más Destacado en Combate". Actualmente escribe una columna semanal en el periódico "20 de Mayo", de la "Fundación Nacional Cubano Americana".

martes, 7 de noviembre de 2017

MUJERES EN CAUTIVERIO

Colaboración de José Bello

Mujeres en Cautiverio

La política penitenciaria del régimen totalitario que oprime a Cuba, especialmente en cuanto al presidio político, se ha caracterizado, desde sus inicios, por una violencia represiva sin escrúpulos. El ensañamiento y el espíritu de venganza han sobrepasado todos los parámetros de la vileza. Si esto ha sido una constante para los presos políticos, nuestras hermanas, encarceladas por sus ideas y actos por la libertad y dignidad humana y nacional, hubieron de sufrir, con mayor rigor la vesanía de los abyectos carceleros de la tiranía.

Pretendemos asomarnos a los horrores del presidio político de mujeres, para hacer justicia histórica a esa pléyade de heroínas, con tanta frecuencia desconocidas, y denunciar las violaciones de sus derechos humanos.

Damos inicio a nuestro proyecto tomando uno de tantos ejemplos ilustrativos de esta gran tragedia que fue el presidio político cubano de mujeres, por lo peculiar de su história.

María Amalia Fernández del Cueto
 fue detenida en 1961 en avanzado estado de gestación. Sometida por más de cuatro meses al agresivo rigor del Departamento de la Seguridad del Estado (G-2), fue condenada a cuarenta años de prisión. Se la ubicó en la cárcel de mujeres de Guanajay, donde dio a luz a una niña.

En 1962, se produjo una fuga en dicha prisión. El régimen, furioso, como represalia envió a sesenta y seis de las reclusas castigada para la cárcel de Baracoa, en el extremo oriental de la isla. María Amalia fue de las seleccionadas, y tuvo que viajar con su pequeña hija de meses. Las presas políticas fueron trasladadas primero en camiones "rastras" y después en avión bajo fuertes medidas de seguridad con la represión acostumbrada. En la cárcel de Baracoa fueron recibidas bajo las amenazas del maltrato, los insultos y la agresividad usual. Puestas en condiciones muy precarias de higiene y habitación, prácticamentes incomunicadas y alejadas al máximo de sus familiares, las presas políticas castigadas en la prisión de
Baracoa fueron sometidas a un riguroso y abusivo régimen penitenciario. Carentes de los más elementales recursos de vida, sometidas a un programa de maltratos físicos, con una alimetación de hambre y con una muy insuficiente asistencia médica, las presas políticas tuvieron que mantener un permanente enfrentamiento con la guarnición del penal. Los "toques de latas" y las "batidas de rejas" -algunas de las "armas" disponibles por los presos para la protesta- tenían que realizarse frecuentemente para reclamar los más elementales derechos. Muchas de las veces la respuesta de la dirección fuemás golpizas y castigos. Bajo tales circunstancias Amalia tuvo que desprenderse de su hija y entregarla a su hermana y a su suegra, porque en dicha situación era imposible que la criatura viviera.

Para estas sesenta y seis mujeres el castigo en la carcel de Baracoa se extendió por un año. Al regreso, brutalmente aglomeradas en "carros-jaulas", a la prisión de Guanajay, se encontraron con que su pabellón en ésta había sido convertido en celdas tapiadas. Tuvieron que pasar seis meses más allí, dende se les manipulaba hasta el agua.

El recibimiento en la prisión fue con un despliegue inmenso de fuerzas militares con arma larga y bayoneta calada. Sacadas a empujones de las "jaulas", tuvieron que enfrentarse con una violenta y frenética andanada de insultos por parte de toda la guarnición, que además les propinaba golpes a diestra y siniestra por cualquier motivo. A Gloria Arudín le propinaron una terrible golpiza, y a Reina Peñate, que fue a auxiliarla de la turba de milicianos y carceleras que la golpeaba, recibió tantos golpes que fue arrastrada sin sentido por los guardias al pabellón. Cuando volvió en sí, no podía recordar cómo había llegado hasta allí.

Otro de los procedimientos para perturbar psíquicamente a las presas era el uso de altoparlantes dirigidos hacia las galeras, que repetían continuamente todo el adoctrinamiento político del sistema. Las presas estaban obligadas a escuchar los discursos de los dirigentes del régimen.

Fuente:
Testimonios de las ex-presas politicas:
María Amalia Fernández y Reina Peñate.

HOY, COMO AYER. EL MISMO SALVAJISMO

Alexei Mora Montalvo, sacerdote yoruba y directivo nacional del frente de la resistencia ofrece un escalofriante y firme testimonio de las torturas de las que fue victima hace apenas unas horas. Por Jorge L. Perez Antunez.

Para verlo haga click en el enlace.

-- https://youtu.be/MYuVRUls0XE

sábado, 4 de noviembre de 2017

INTRODUCCION SOBRE SOLICITUD




IMPORTANTISIMO

Estimados amigos de las redes sociales, cubanos y demócratas en general,

Estoy trabajando en una página que se llama JIRONES DE NUESTRA HISTORIA con el propósito de poner en ella todo lo más sobresaliente de la tragedia que hemos vivido los cubanos producto de la tiranía castro-comunista. Lo hago porque, generalmente, las generaciones posteriores a la nuestra (después de 1959) desconocen la tragedia que han vivido y están viviendo los cubanos. Además, la propaganda comunista es tan grande que los pueblos del mundo apenas si conocen la décima parte de lo que ha hecho el comunismo con nosotros. También, con el mismo nombre, abrimos una página en Facebook. Por supuesto, casos de extrema crueldad que hayan ocurrido o estén ocurriendo en la actualidad los publicaremos también.
El objetivo principal es hacer una cadena cibernética compuesta por miles de compatriotas y demócratas en general a fin de reenviar a todos nuestros contactos todo lo que recibamos a través de “Jirones de Nuestra Historia” para que dicha información pueda llegar a cientos de miles de cibernautas. En vista de lo cual, estoy haciendo una lista de cien contactos pidiéndole a la vez a dichos contactos que hagan otras listas, con quienes quieran comprometerse. Por supuesto, quien no quiera que su nombre aparezca en la lista maestra que no se comprometa. Busco solamente a contactos que se consideren plenamente comprometidos con este propósito. A la vez pido a todos mis contactos y a los amigos/as de mis contactos, que si saben de temas que concuerden con Jirones de Nuestra Historia, por su crueldad, que por favor me lo hagan llegar. El enlace del blog es: www.jironesdenuestrahistoria.blogspot.com. El nombre en Facebook es el mismo: “Jirones de Nuestra Historia”. Además, pueden enviarme trabajos a mi correo electrónico cubaexilio@gmail.com y a mi página de Facebook Israel Abreu. El que quiera, y pueda, colaborar en este esfuerzo que me mande su nombre y recuerden, solamente pondremos en dichas páginas casos referentes a nuestra tragedia. Gracias,

JUNTOS PODEMOS!!


Israel Abreu

FUSILAMIENTO DE RAMIREZ Y 4 MAS

viernes, 3 de noviembre de 2017

BAYONETAZOS A ISRAEL ABREU

TESIMONIO DE ISRAEL ABREU SOBRE GOLPIZA RECIBIDA

Jirones de Nuestra Historia:


Luis Israel Abreu:  trabajo  forzado en Isla de Pinos

            Al dar inicio el Plan de Trabajo Forzado Camilo Cienfuegos de Isla de Pinos, a finales del año 1964, plan cuyo objetivo principal era obligar a los reclusos  a pasar para el Plan de Rehabilitación,  dividieron a los miles de presos políticos  que allí nos encontrábamos en bloques y brigadas de trabajo. A mí me ubicaron en un bloque de trabajo compuesto totalmente por estudiantes debido a que yo era  estudiante  también. El Bloque 19, que así lo llamaron, mantenía un gran nivel de con-ciencia  ya que al ser todos estudiantes era más fácil ponernos de acuerdo para resistir al trabajo forzado.
            Primeramente nos llevaron a trabajar a las canteras de piedra de Isla de Pinos donde fuimos sometidos a todo tipo de atropellos para hacernos trabajar. Sin embargo,  no lograron romper nuestra resistencia al trabajo forzado lo que manifestábamos constantemente al trabajar y caminar a paso de jicotea. Todos los días regresábamos de las canteras con nuestros cuerpos magullados y ensangrentados por tanto golpe que recibíamos. Nuestra rebeldía llegó a tal punto que a los pocos días de estar trabajando el gobierno decidió no sacarnos más a trabajar hasta elaborar alguna  estrategia que lograra doblegar nuestra rebeldía.
            A los cinco o seis meses de aquella inactividad, empezó a correr un rumor de que nos sacarían nuevamente y que para ello habían decidido poner al frente del Bloque 19 a un Teniente apodado "Girón" y al Cabo Carbonel,  más conocido como "Campeón" por lo fuerte que pegaba. El Teniente Girón venía precedido de gran "fama" y, según sus propios comenta-rios, nos haría trabajar por las buenas o por las malas. Desde la primera salida nos dimos cuenta de que el Teniente Girón era un asesino profesional y que estaba dispuesto a llevar las cosas hasta las últimas consecuencias. Lo primero que hizo fue cambiarnos de trabajo. En  vez de llevarnos nuevamente a las canteras, nos llevaron a arrancar yerba a los potreros, donde podrían aplicarnos todo tipo de tácticas sicológicas y brutales para hacernos trabajar. Nos pusieron a trabajar en una larga fila horizontal para que avanzáramos todos al mismo tiempo, mientras que él y el Cabo Campeón recorrían la hilera de presos encorvados dándonos planazos por las espaldas y pinchándonos con sus largas bayonetas. Al ver que ni con esto nos hacían correr mientras arrancábamos la yerba, el Teniente Girón cargó en sus brazos una ametralladora calibre 30 y, lanzando gritos como un loco, recorría aquel potrero dándonos golpes y amenazándonos con ametrallarnos. Aún cuando el Bloque 19 estaba aterrorizado, a nadie le pasaba por la mente acogerse al plan de rehabilitación. Todas las noches regresábamos al edificio sumamente golpeados y nos acostábamos pensando en la paliza del próximo día. 
            En la mañana del 2 de noviembre de 1965, mientras esperábamos en fila para empezar a arrancar la yerba con picos y palas, vimos cómo el Cabo Campeón se le abalanzaba encima a uno de los estudiantes más jóvenes, más débiles, con un palo en la mano, y lo golpeaba salvajemente. Ya para entonces, no importaba que trabajásemos. Lo que ellos querían era someternos por la fuerza al plan de  reeducación, no importando lo que rindiésemos en el trabajo. Yo no pude aguantar más tanto abuso y me acordé de aquel pensamiento de nuestro apóstol José Martí, que decía que "valía más morir de pie que vivir de rodillas". Me salí de la fila, clavé el pico en la tierra y le dije al Teniente Girón que yo no trabajaba más. Girón asombrado desenfundó su bayoneta para golpearme, pero en esos momentos vio que otro estudiante, Ricardo Vázquez Pérez, hacía lo mismo que yo, por lo que cambió su airado rostro por una expresión cínica y nos dijo que nos sentáramos a descansar para que luego siguiéramos trabajando. Se llevó al Bloque lejos, y al poco rato vino y se sentó junto a nosotros, tratando de convencernos para que volviéramos a trabajar. Le dijimos que como que ellos nos golpeaban aunque trabajáramos, preferíamos que nos golpearan sin trabajar. Al ver que no nos pudo convencer, envió al Cabo Campeón a la Dirección del Penal para que le orientaran sobre lo que debía hacer con nosotros. Las instrucciones no se hicieron esperar. 
            Al cabo de una hora, llegaron al potrero varios "jeeps" cargados de guardias, que se parquearon a unos 100 metros de donde nos encontrábamos. El Teniente Girón le quitó el afilado estilete a uno de los fusiles Lenin y lo tomó en la mano izquierda, mientras que en la derecha empuñaba su larga bayoneta. Campeón, mientras tanto, cortó un palo de una mata de guayaba y se aproximó amenazante a Ricardo. Ambos nos dijeron que corriéramos hacia los jeeps pero al ver que seguíamos caminando empezaron a golpearnos sin compasión. Girón hundía el estilete en mis muslos una y otra vez al mismo tiempo que me golpeaba en la espalda con el plan de la bayoneta que esgrimía en la mano derecha. Yo sentía la punta del estilete cortando mis carnes, y los planazos cayendo sobre mi espalda  pero no podíamos correr porque lo que ellos querían era que corriéramos para mostrar ante nuestros compañeros que teníamos miedo. Aún bajo la tremenda golpiza que me estaban propinando tenía ánimo para mirar hacia donde estaba Ricardo a quien golpeaban tan salvajemente como a mí, con aquel largo y flexible guayabo que se curvaba en sus espaldas, levantándole tremendos verdugones.  
            Al llegar al hospital, nos bajaron y nos hicieron caminar hacia la entrada sin importarles lo débiles que estábamos.  Pero para asombro de todos yo me negué a dejarme curar  alegando que ellos lo que querían era curarme para sacarme de nuevo a trabajar.  Según me dijeron posteriormente, yo tenía más de 80 piquetes en las nalgas y los muslos. Las heridas que necesitaron puntos  fueron más de 10.  Después de la operación, me ingresaron en una de las salas del hospital donde me encontré con Ricardo. Este tenía la espalda inflamada por tantos golpes recibidos.  A la hora de la comida nos negamos a ingerir alimento. Al preguntársenos que por qué no comíamos, les respondimos que ellos querían que comiéramos para seguir golpeándonos y que por lo tanto no volveríamos a comer hasta que nos sacaran del área de trabajo forzado. Después de cinco días sin ingerir alimento alguno nos trasladaron para el edificio con los demás compañeros para ver si ellos nos convencían de que comiéramos. Pero al continuar en nuestra postura de no comer nos trasladaron nuevamente para el hospital para amarrarnos y alimentarnos por la fuerza. Así, entre el hospital y el edificio donde estaban recluidos el resto de los estudiantes, transcurrieron entre 40 y 50 días  hasta que, una mañana, teniéndonos en el edificio subieron Girón y varios guardias más al  tercer piso donde  nos tenían acostados en sendos camastros. En forma amenazadora Girón se acercó hasta el camastro donde yo yacía y, dando un planazo en uno de mis brazos me ordenó que me levantara porque "hoy vas a trabajar de todos modos" me dijo.
            Me tomaron entre varios guardias y me pusieron de pie en el trayecto que conducía a la puerta de salida donde miles de presos se arremolinaban montando en los camiones que los llevarían a los campos de trabajo forzado. Tambaleándome caminé hacia dicha salida y al llegar a donde estaba el camión que conduciría al Bloque 19 compuesto, como ya dije, de estudiantes, me negué a subir. El Teniente Girón les ordenó a dos estudiantes, a Arturo Moradiellos y al Chino Menéndez, que me subieran al camión, pero estos se negaron alegando que respetaban mi determinación a no trabajar. Con sus ma-chetes y bayonetas los golpearon cruelmente, pero ellos resistieron.  Finalmente tuvieron que subirme los propios guardias y depositarme acostado en la cama del camión.  Al llegar al potrero detuvieron al camión y mandaron a bajar a los estudiantes, mientras que a mí me bajaron los propios guardias y me depositaron sobre la yerba húmeda. Al resto de los reclusos se los llevaron  para dar inicio a la jornada de trabajo. Aunque yo permanecía con los ojos cerrados,  me di cuenta que el Cabo Campeón y algunos soldados más se encontraban parados junto a mí. De inmediato sentí una patada en el costado derecho mientras una voz tronaba a mis oídos diciéndome. "Arriba, levántate que vas a trabajar". Al no responder afirmativamente, el Cabo comenzó a virarme boca abajo mientras me bajaba los pantalones. Sentí  entonces que colocaba la punta de la bayoneta en  una de mis nalgas la que penetraba lentamente en mis carnes desnudas. Esto lo acompañaba con la frase de  "Arriba, bravo,  párate que vas a trabajar". Como que yo continuaba inmutable, con los ojos cerrados, empujó la punta de la bayoneta hasta que ésta chocó con el hueso de la cadera y un dolor sin precedentes laceró mis carnes. Noté que Campeón sacaba la bayoneta de mis carnes, y un profundo silencio siguió a su gesto. Yo estaba dispuesto a soportar aquello hasta las últimas consecuencias, pues presentía que ésa era la última prueba por la que tendría que pasar.  Estando en estas cavilaciones sentí nuevamente la punta de la bayoneta penetrando por la misma herida que me habían hecho  mientras que la gruesa voz de Campeón  tronaba: "¡Arriba, bravo, que vas a trabajar!".  Y eso fue lo último que oí, pues cuando la punta de la bayoneta chocó nuevamente con el hueso de mi cadera el Cabo Campeón, con la insensibilidad propia de un criminal profesional, le dio vuelta a la bayoneta dentro de la herida, perdiendo prácticamente el conocimiento. Cuando recuperé plenamente la conciencia me encontraba en una cama de la enfermería del penal después de haberme dado varios puntos en aquella enorme herida producida por la bayoneta de Campeón. 
Después de esa cruel prueba me subieron nuevamente al camión y se dirigieron al edificio de donde me habían sacado, pero no para dejarme allí sino para recoger al otro recluso y gran amigo mío que plantó conmigo, Ricardo Vázquez Pérez, quien no tuvo que pasar por esta última prueba debido a su mal estado de salud. De ahí nos condujeron a los pabellones de castigo donde había una docena más de reclusos que habían "plantado" al trabajo forzado, entre ellos los periodistas Alfredo Izaquirre Rivas y el Dr. Emilio Adolfo Rivero Caro, los primeros que se negaron a trabajar. Este era el requisito principal que habíamos puesto para volver a comer. Que nos sacaran del área de trabajo forzado, no importaba para dónde.  En los pabellones, o calabozos de castigo de Isla de Pinos  nos tuvieron varios meses sin recibir visitas y sin ver la luz del sol, hasta que un día nos mandaron a recoger las pocas pertenencias que teníamos y nos  trasladaron para La Cabaña, prisión de terrible recordación, ya que en sus fosos habían sido fusilados cientos de cubanos por el único delito de querer libertad y democracia para nuestra patria. Nuestra estancia en la Cabaña no fue tampoco un lecho de rosas. Muchos jirones más de nuestra historia quedaron enredados en sus barrotes y húmedas paredes, que más adelante relataremos.  

Luis Israel Abreu, preso político # 30026

 

1 comentario:

  1. Desnudo y realista narracion de las torturas y sufrimientos de los presos politicos cubanos bajo la dictadura castro fascista comunista, la tirania castrista no tiene ningun reparo en asesinar o desaparecer a los que se atreven a combatirla.
    Fernando Fernandez
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CRONICAS DEL PRESIDIO

lunes, 21 de agosto de 2017


Crónica del Presidio Político en Cuba -Colaborador José Bello


 Por JESUS HERNANDEZ CUELLAR
El médico cubano Julio Antonio Yebra le dio la mano a cada uno de los integrantes del pelotón de fusilamiento y les dijo que los perdonaba. La orden de fuego se confundió con su propio grito de condena al comunismo, y su cuerpo quedó sin vida atado al madero al que lo habían amarrado. Segundos después se escuchó el tiro de gracia.

En una de las enormes torres circulares que albergan las celdas del Presidio Modelo de Isla de Pinos, Cuco Muñiz y Armando Valladares conversaban frente a la celda 35 cuando una sombra humana se desprendió desde lo alto y se estrelló en el piso, más abajo. Era Jesús López Cuevas.  Se había lanzado, en un arranque suicida, desde el cuarto piso. Estaba muerto.

Pedro Luis Boitel, ex candidato a la presidencia de la Federación Estudiantil Universitaria, creyó que el ser humano debía exigir respeto para sí mismo por cualquier medio. Empredió, junto a otros compañeros suyos, una tenaz huelga de hambre que tuvo repercusiones internacionales y silencios cómplices. Murió deshidratado el 24 de mayo de 1972, tras 53 días de ayuno en una prisión cubana. Antes había protagonizado otras huelgas.

Afortunadamente, Mario Chanes de Armas sobrevivió a aquel infierno, pero al precio de haber pasado 30 años en las cárceles del régimen de Fidel Castro, con lo que se convirtió en el hombre que ha cumplido la más larga condena a prisión, por razones políticas, en todo el mundo.

Chanes de Armas sufrió esa experiencia a pesar de haber participado junto con Castro en el asalto al Cuartel Moncada de Santiago de Cuba, el 26 de julio de 1953; de haber viajado en el yate Granma desde Veracruz, México, hasta las costas orientales, en 1956, para dar inicio a la lucha armada antibatistiana, y de haberlo sorprendido el triunfo revolucionario de 1959 en una mazmorra del régimen de Fulgencio Batista.

"Jamás he sentido odio ni deseos de venganza hacia nadie, jamás podré ser juez ni fiscal", declaró en 1994 a Contacto Magazine Chanes de Armas, quien estuvo en prisión desde julio de 1961 hasta julio de 1991, acusado de planear atentados contra los dirigentes del gobierno de Castro.

El ex prisionero aseguró que nunca estuvo vinculado a ningún grupo que pretendiera asesinar a dirigente alguno. Hace pocos años, Chanes de Armas murió en Miami, Estados Unidos, olvidado por el mundo.

En su libro Cuba: Mito y Realidad, el sociólogo Juan Clark afirma que la cifra más alta de prisioneros políticos que ha tenido Cuba en toda su historia -todos al mismo tiempo ya condenados- fue de unos 
60 mil en la década de los años 60. La organización Amnistía Internacional señala que a mediados de la década de los 70 unos 20 mil reclusos habían sido liberados. 
Clark concluye que "en una base comparativa, esas dos cifras serían el equivalente, en un país del tamaño de Estados Unidos, a la existencia de entre 1,410.000 y 466.000 prisioneros para esa época". 
También se asegura que durante la invasión de Bahía de Cochinos, en abril de 1961, más de 100 mil cubanos fueron encerrados en estadios, escuelas y teatros, como medida de precaución, para impedir el apoyo de la resistencia interna a la operación militar. 
Históricamente, la época de mayor número de reos políticos que había tenido Cuba antes de la llegada de Castro al poder, fue la de la dictadura del general Gerardo Machado, entre 1929 y 1933, cuando unos 5 mil opositores fueron enviados a la cárcel. Durante la dictadura del general Fulgencio Batista, entre 1952 y 1958, se ha mencionado la cifra de 500 prisioneros políticos.

Los testimonios de algunos protagonistas puedan dejar en claro los tratos recibidos por unos y otros. He aquí uno importante: 

"Me voy a cenar: spaghetti con calamares, bombones italianos de postre, café acabadito de colar y después un H-Upman 4. ¿No me envidias?... Cuando cojo sol por la mañana en shorts y siento el aire de mar, me parece que estoy en la playa. ¡Me van a hacer creer que estoy de vacaciones! ¿Qué diría Carlos Marx de semejantes revolucionarios?" El fragmento anterior corresponde a una carta redactada por Fidel Castro cuando se encontraba en el Presidio Modelo de Isla de Pinos, cumpliendo una condena de 15 años por haber dirigido el ataque al Cuartel Moncada, en el que murieron unas 100 personas. Castro y sus compañeros cumplieron poco más de 20 meses de cárcel, tras los cuales fueron amnistiados por el régimen de Batista. 
El Presidio Histórico 
El llamado "presidio histórico" de la época castrista comenzó desde los días iniciales del triunfo revolucionario. Los primeros en ser condenados fueron los militares del despuesto gobierno. Entre éstos hubo muchos, se ha denunciado, que fueron ejecutados por acusaciones no confirmadasde asesinatos presuntamente cometidos durante la corta guerra civil de diciembre de 1956 a diciembre de 1958. 
"A lo largo de la isla los pelotones de fusilarniento no cesaban de ejecutar. Fue en aquellos días que el capitán Antonio Nuñez Jiménez declaró que en lo adelante el año de1961, que había sido bautizado como El Año de la Educación, se llamaría El Año del Paredón. Y fue cierta supredicción", narra en su libro Contra Toda Esperanza el ex prisionero Armando Valladares, quien permaneció 22 años en las cárceles cubanas. 
En alguna ocasión, el entonces comandante Raúl Castro Ruz, hermano de Fidel y hoy presidente de los consejos de Estado y de Ministros de Cuba, dijo que "los esbirros que vamos a fusilar no pasarán de 400", refiriéndose a los militares y funcionarios del gobiemo de Batista. (Fueron miles)

En 1960, durante un discurso ante la Asamblea General de la ONU, (a nombre del gobierno del Partido Comunista de Cuba) el  argentino Ernesto "Che" Guevara,  unos de los principales líderes de la revolución cubana, reconoció la ola de fusilamientos con estas palabras: "Sí, estamos fusilando y seguiremos fusilando mientras sea necesario".

La realidad es que no se conoce una cifra exacta de fusilados por razones políticas en estas últimas cinco décadas de la historia de Cuba, debido a que las estadísticas de las ejecuciones son un secreto absoluto, y en mayor o menor escala, los fusilamientos no han cesado hasta nuestros días.

Sin embargo, organizaciones como Net for Cuba y el Instituto de la Memoria Histórica Cubana, ambas con sede en Miami, Estados Unidos, han recopilado nombres de por lo menos 
12 mil personas ejecutadas en paredones de fusilamiento o asesinadas a sangre fría, durante los 50 años de régimen castrista.

El "presidio histórico" se fortaleció a partir de los días previos a la invasión de Bahía de Cochinos, ocurrida en abril de 1961, cuando miles de cubanos fueron a la cárcel. Uno de ellos fue Eddy Carrera, procesado por "intento de alzarse en armas en apoyo de los invasores".
 En aquel momento, Carrera fungía como coordinador del Movimiento Demócrata Cristiano (MDC) en la provincia de La Habana. Estuvo 16 años preso.

Carrera, que tambien se opuso a la dictadura de Batista, recuerda los más difíciles momentos del largo período en que se mantuvo en prisión: los fusilamientos reales, los fusilamientos con balas de salva -una insoportable tortura-, la obligación de vestir el uniforme azul de preso común, las requisas de los militares a punta de bayoneta, las huelgas de hambre, los asesinatos dentro de la cárcel, y otras muchas experiencias.

"Hacia mis carceleros, no siento odio, no siento lástima, es una mezcla de sentimientos, hay que tener en cuenta que casi todos eran analfabetos, seres cercanos a lo salvaje", rememora el ex prisionero. 

"No me opongo a que haya justicia, pero haría lo posible porque no se produjeran actos de venganza...todos ellos, como nosotros, han tenido o tienen madres, esposas, hijos", agrega CarreraChanes de Armas narró a Contacto antes de morir lo que podría ser calificado como el acto de tortura psicológica "más cruel" que se haya vivido en el presidio político cubano contemporáneo.

Inmediatamente después de los ataques aéreos del 15 de abril de 1961 que precedieron al desembarco por Bahía de Cochinos
, los cimientos de las circulares del Presidio Modelo de Isla de Pinos fueron dinamitados, de manera que si hubiese algún intento de rescate de los prisioneros o de operación militar norteamericana, los más de seis mil reclusos que se encontraban allí pudiesen ser "volados en pedazos". 
"Se tenía la impresión de que dormíamos sobre un polvorín... hubo hombres cuyos nervios no pudieron soportar aquella tortura y quedaron dañados para siempre... era horrible pensar que de un momento a otro podíamos ser despedazados por una explosión", recordó Chanes de Armas.

Entre los prisioneros había expertos en explosivos, y éstos, de manera increíble, lograron identificar y desactivar los cables que comunicaban las numerosas cargas de dinamita con los dispositivos de detonación, que tenían un sistema doble de funcionamiento: eléctrico y mecánico.

Sin embargo, la ardua labor de desactivar los detonadores "sólo nos concedería unos minutos .... porque los genocidas, al ver que el TNT no explotaba, que no saltábamos en pedazos, ensayarían otros métodos para liquidarnos..., bastaría con que le cayeran a cañonazos a cualquiera de las circulares, pues cada una de ellas continuaba siendo un polvorín", cuenta Valladares en su libro.

Muchos soldados se burlaban de los presos, durante este período, y desde afuera les hacían señales con las manos de que harían estallar las circulares. La dinamita fue sacada poco después de la crisis de los misiles de octubre de 1962. 
Los "Plantados" 
Una de las actitudes que convirtió a los primeros prisioneros en "históricos", además de la fecha en que entraron a la cárcel, fue la de negarse a vestir el uniforme azul de preso común. Costó enfrentamientos violentos, torturas físicas y psicológicas, y finalmente terminaron casi desnudos, sólo vistiendo un calzoncillo, durante muchos años.

Hubo momentos en que las fuerzas represivas utilizaron a expertos en artes marciales para obligar a los presos a vestir el uniforme. Esto ocurrió en todas las prisiones, pero cuando el gobiemo trató de imponer la medida, Eddy Carrera se encontraba en una granja de San Juan y Martínez, en Pinar del Río. Era el año de 1967.

"Nos llevaron uno a uno a un sitio de la granja, y en presencia de judokas nos obligaban a vestir el uniforme... el que se negaba sufría golpes y patadas de los judokas...muchos quedamos sin ropa alguna, 
algunos muy heridos o con huesos fracturados", narra Carrera. Estos hombres sufrieron a lo largo de sus condenas, diversos castigos. Uno de los lugares preferidos de los carceleros para sancionar a los presos eran las llamadas "gavetas", especialmente en las prisiones de Oriente, que tenían un tamaño aproximado de cuatro pies de ancho por seis de largo.

"Los presos tenían que permanecer en ellas arrodillados. Los que sufrían esa tortura estaban en esas celdas de cino a seis meses", añade Carrera.

Clark cita en su libro otro tipo de celda de castigo llamada "La Ratonera", en la prisión de La Cabaña, en La Habana, de unos siete por cuatro pies, pero hace énfasis en el hecho de que en los últimos años las más utilizadas eran las "tapiadas", de la cárcel de Boniato, Oriente, así como "los candados" y "el rectángulo de la muerte" en el Combinado del Este, en La Habana.

El sociólogo menciona que "la crueldad del sistema penitenciario del régimen de Castro está también implícita en el inadecuado suministro de alimentos y en ocasiones la insuficiente asistencia médica, que en diferentes oportunidades ha sido negada como parte de medidas disciplinarias contra los prisioneros". (
Ademas de las torturas, la falta de alimentación y atención medica ha causado la muerte de cientos de presos politicos)Nuevos Prisioneros 
Entre los presos "históricos" hubo una buena parte que superó los 20 años de prisión. Ernesto Díaz Rodríguez, ex activista sindical y poeta, fue liberado tres meses antes que Chanes de Armas. Eusebio Peñalver, luchador revolucionario que integró las filas del Ché Guevara en la guerra contra Batista, volvió a las armas después del triunfo castrista y fue capturado en las montañas del Escambray, en el centrosur de Cuba. Estuvo en prisión 28 años. Se considera que es la persona de raza negra que más años ha estado preso por razones políticas en todo el mundo, un año más que el activista y político surafricano Nelson Mandela. También murió en Miami, hace pocos años.

Pero mientras tanto, un nuevo presidio político se integró al "histórico". Desde la década de los 70, las autoridades cubanas ya no permitían que ambos grupos se juntaran, y colocaban a los nuevos, directamente, en los planes de rehabilitación política.

Sin embargo, en mayo de 1983, prisioneros que habían sido condenados después de 1979, narra Clark en su libro, "rechazaron también el plan de rehabilitación y formaron el Nuevo Presidio Plantado, diferenciándolo del anterior, que denominaban "histórico" y que, según ellos, "les servía de ejemplo".

A finales de 1991, causó conmoción a nivel internacional 
la golpiza que recibió frente a su propia casa la poetisa María Elena Cruz Varela, a quien se intentó obligar a tragar una Declaración de Principios que había escrito exigiendo libertad y democracia. Tras el ataque que sufrió de turbas aparentemente civiles, organizadas por el Ministerio del Interior, fue condenada a prisión por divulgar "propaganda enemiga". Fue indultada en 1993.

"La mujer cubana, prisionera política, merece que se le haga un monumento cuando Cuba sea libre", indicó Chanes de Armas.

"Ellas también, antes y ahora, fueron golpeadas y torturadas en las prisiones", subrayó el ex prisionero.

Desde el fortalecimiento de la llamada disidencia interna y el movimiento de periodistas independientes, en 1995, numerosos activistas y profesionales de la información han sido arrestados y expulsados del país. Las olas de arrestos de opositores no han cesado.

Cifras de la Fundación Nacional Cubano Americana y del Grupo de Apoyo a Concilio Cubano, por separado, coinciden en afirmar que la población penal de Cuba, en todas las categorías, 
superaba los 275 mil prisioneros avanzada la década de los 90. (Sin embargo solo se menciona a nivel mundial a los “75” del 2003).
"España, por citar un ejemplo, mantiene en sus cárceles a alrededor de 40 mil reclusos y está considerada la nación con mayor población penal de Europa, sin embargo, España tiene 40 millones de habitantes", señala Rodolfo González González, del Grupo de Apoyo a Concilio Cubano en un artículo titulado En la Isla de Rejas, que fue distribuido por CubaNet a través de Internet.

"Cuba, con sólo 11 millones de habitantes, mantiene en sus prisiones a más de 
275 mil reclusos, casi toda la población penal de Europa", añade González González.

En la actualidad, organizaciones de derechos humanos calculan que en Cuba hay casi 400 prisioneros de conciencia, principalmente opositores pacíficos del llamado movimiento disidente. En marzo de 2003, 75 de estos disidentes fueron condenados a penas de hasta 28 años de cárcel. El suceso provocó numerosas críticas a nivel mundial, inclusive dentro de importantes sectores de izquierda. La mayoría de los condenados permanece en prisión.
"Otros países han sufrido momentos similares..., por eso soy un convencido de la democracia, no quiero democracia para mí y dictadura para mis enemigos políticos", reflexiona Carrera.

"Es repugnante ver cómo algunos gobernantes reciben a Castro, estoy seguro de que los franceses, por ejemplo, no quieren para su país un régimen como el que hay en Cuba", concluyó Chanes de Armas.
"El hombre es el ser maravilloso de la Naturaleza. Torturarlo, destrozarlo, exterminarlo por sus ideas es, más que una violación a los derechos humanos, un crimen contra toda la humanidad", ha dicho Armando Valladares