martes, 30 de mayo de 2017

DERRIBO DE LAS AVIONETAS DE HERMANOS AL RESCATE

Publicado originalmente

domingo, febrero 23, 2014
Por Angélica Mora
Nueva Yorjk, 24 de febrero, 2016
Con cada 24 de febrero mi dolor aflora como la primera vez en que oí la noticia del derribo de las dos avionetas de Hermanos al Rescate. No podía creer que un hecho así pudiera suceder. Realmente era como una pesadilla…

El gobierno de Cuba había ordenado el derribo de dos pequeños aviones de un grupo del exilio que ayudaba a buscar balseros en el corredor marítimo entre Cuba y el estado de Florida. Cuatro jóvenes habían sido asesinados durante su misión humanitaria: Carlos Costa, Armando Alejandre, Mario de la Peña y Pablo Morales.

Hace 20 años, al suceder ese crimen, yo estaba en mi casa en Virginia, porque era fin de semana.

Recuerdo que corrí hacia mi automóvil para dirigirme a la sede de Radio Martí en Washington DC. donde trabajaba desde hacía varios años como periodista. El traslado de las oficinas de Radio y TV Martí a Miami se haría realidad dos meses después.

Mientras manejaba iba pensando en la tragedia, pero especialmente en uno de ellos, Carlos Costa, a quien había conocido personalmente y con quien había volado buscando náufragos en las aguas del Estrecho de la Florida.

Me había tocado volar con los Hermanos al Rescate en dos ocasiones, debido a que el directorado de Radio Martí quería que los periodistas narráramos directamente cómo se llevaban a cabo los rescates en el mar de los cubanos que salían huyendo del régimen castrista.

Existía una campaña para hacerlos desistir de realizar la peligrosa travesía, pero también se les quería salvar -si estaban perdidos- y se les recomendaba llevar ropa de colores fuertes como naranja y amarilla para que fuera fácil de ver desde arriba en las avionetas.  Y se les pedía además, llevar espejos en las frágiles embarcaciones para reflectar el sol y hacer señales.

Quisiera no haber contado con este triste privilegio de haber volado en las avionetas y no tener en mis vivencias haber compartido esa camaradería con los pilotos, especialmente con Carlos Costa, uno de los mártires que fueron asesinados en el aire, por orden directa de los hermanos Castro.

Como dije, formé parte de la misión de rescate como observadora y periodista de Radio Martí. La búsqueda de los balseros en el mar, en el estrecho de la Florida, era materia de urgencia para poder salvar vidas. Pese a las advertencias de los peligros que contenía la travesía, familias enteras se lanzaban al mar en forma desesperada para tratar de huir del infierno llamado Cuba.

En la emisora habíamos creado un programa llamado ¨Puente Familiar”, que grababa constantemente los recados desde las dos las orillas -Cuba y Estados Unidos- y donde se trataba de informar de los que habían llegado a salvo a sus seres queridos, que habían quedado atrás. Y estos también podían enviar sus mensajes, que eran retransmitidos constantemente, varias veces al día y luego en un resumen semanal.

Cuando volé con los Hermanos al Rescate iba con el propósito de ver la forma en que este grupo desarrollaba su trabajo de recorrido de la enorme franja del estrecho buscando sobrevivientes.
Mientras se realizaban los preparativos de los vuelos conversaba con la tripulación. Me hice amiga de un joven lleno de entusiasmo llamado Carlos Alberto Costa. Teníamos un vínculo que lo compartíamos riendo: Uno de mis hijos estaba en la misma escuela de aviación en la Universidad de Aeronáutica Embry-Riddle localizada en Daytona Beach, a la que había asistido Costa. Mi hijo también se llama Carlos “y es un volado” bárbaro. Cómo nos reíamos antes de partir, con los cuentos de la Universidad y las coincidencias.

Le contaba que mi hijo nos había hecho comprar un pequeño condominio en Daytona para poder ir y venir de la Escuela, pero lo habíamos adquirido muy tarde, cuando casi tenía terminados los estudios. “No importa, me decía Costa, es una inversión para el futuro”. Así era de práctico este muchacho risueño, con un alma limpia, que lo único que quería –junto con el grupo- era ofrecer sus conocimientos para ayudar a sus infortunados hermanos en la Isla.

Desde el aire era sobrecogedor ver la inmensidad de las aguas, que como un espejo trizado en miles de pedazos, era fracturada por las olas.

En una ocasión Hermanos al Rescate encontró un grupo al borde de la muerte, muy deshidratados, y que llevaban días en Cabo Sal. Agitaban algunos, a duras penas, camisas color naranja. Aún guardo una que me regalaron. Era una tarea agobiante el rescate humanitario en esos años del gran éxodo de los 90.

Emboscada
Sin embargo, los hermanos Castro, tenían un plan contra la Organización Hermanos al Rescate, que les estaba molestando, con llamados de aperturas democráticas y lanzamientos de panfletos con copias de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Fidel y Raúl Castro pensaron, fraguaron y ejecutaron el plan de tender una trampa al grupo para derribar las pequeñas avionetas, en otro de los crímenes que algún día tendrán que pagar.

Este 24 de febrero, el exilio cubano conmemora el décimo octavo aniversario del derribo. Fueron alcanzadas dos avionetas desarmadas. La masacre se la encargaron a aviones de guerra MiG de la Fuerza Aérea cubana.

Raúl Castro
Hoy uno de estos aviones de caza MIG tiene dos estrellas rojas en su fuselaje, concedidas por el régimen cubano en premio y reconocimiento por la victoria de haber derribado las dos indefensas avionetas
El gobernante Raúl Castro, fue quien planificó y ordenó el derribo de las dos avionetas. Una grabación inédita con su propia voz, así lo confirmó: “Yo decía que traten de tumbarlos arriba del territorio, pero ellos entraban en La Habana y se iban ….

“Claro -sigue diciendo Raúl Castro- con un cohetazo de esos, avión-avión, lo que viene para abajo es una bola de fuego y que va a caer arriba de la ciudad…”.

“Bueno, túmbenlos en el mar cuando se aparezcan; si no, consulten los que tienen las facultades”.
Luego hay otra grabación de 11 minutos y 32 segundos que registra una conversación en la sede provincial del Partido Comunista de Cuba (PCC) en Holguín y confirma el reconocimiento por parte Raúl Castro de haber organizado y dado la orden de ejecutar los derribos.

El encuentro se celebró el 21 de junio de 1996 con la participación de funcionarios gubernamentales y periodistas de la cadena nacional Radio Rebelde. La charla con los periodistas, a quien en dos ocasiones Castro advierte que “no publiquen nada de esto”, fue grabada por personal técnico de Radio Rebelde. Esa fuente hizo llegar una copia desde Cuba a El Nuevo Herald a través de la agencia Nueva Prensa Cubana, con sede en Miami.

Las declaraciones de Castro tuvieron lugar pocos días antes de que se conociera públicamente un informe de la Organización Internacional de Aviación Civil de Naciones Unidas (OACI), el cual confirmó que las dos avionetas Cessna C-337 fueron abatidas en aguas internacionales por cazas MiG de la fuerza aérea cubana. El régimen castrista siempre sostuvo que las avionetas fueron abatidas dentro de las 12 millas que demarcan sus aguas territoriales. Las conclusiones de la OACI tomaron en cuenta los documentos aportados por ambos países, así como las posiciones marítimas del crucero Majesty of the Seas y del barco pesquero Tri-Liner, cuyos respectivos tripulantes presenciaron la destrucción de las avionetas.

Aunque la luz verde para actuar contra las avionetas siempre se atribuyó a Fidel Castro tras sus confesiones al periodista Dan Rather para la cadena televisiva CBS, en julio de 1996, la grabación apunta directamente a que Raúl Castro tuvo en sus manos la planificación y la orden del derribo. Todo indica que la decisión se tomó premeditadamente durante una reunión con altos mandos militares el 13 de enero de 1996, fecha en que aviones de Hermanos al Rescate violaron el espacio aéreo cubano y lanzaron proclamas sobre La Habana. “Yo aclaré que [la decisión] había que descentralizarla si queremos que jugara su papel, y a cinco generales se les dio las facultades”, explica en la grabación Raúl Castro. “Ellos [Hermanos al Rescate] iban a ir incrementando esto y no se tuvo más remedio que tomar esta decisión”.

Hasta el momento, el Crimen de las Avionetas no ha tenido castigo. En los hogares enlutados de cuatro familias faltan hijos excelentes que tenían un futuro brillante y podrían haber formado sus propias familias. Son cuatro mártires que se suman a otros miles, destruidos por un régimen sangriento que no conoce la piedad y para quien la Justicia se está demorando demasiado.

MUJERES CUBANAS PRESAS EN LOS 60

ROSA LEONOR WHITMARSH: Ayer y hoy, con el mismo anhelo: Cuba libre.
Mujeres cubanas que padecieron el horror del presidio político se reúnen en una casa de Miami. CORTESÍA DE LA AUTORA
ROSA LEONOR WHITMARSH
Sí, son aquellas mismas muchachas que en la década de los años sesenta acababan de terminar su enseñanza media o universitaria, salían con sus novios y hacían planes para realizar sus sueños. Provenían de las seis provincias de la Cuba de entonces, sin imaginarse que sus vidas se entrelazarían con un propósito en común: que en Cuba no se impusiera el régimen comunista cuyos testaferros habían tomado el poder disfrazados con piel de oveja fingiendo reorientar el país hacia una total democracia que el dictador anterior había fracturado aunque no destruido.
Con una conciencia cívica extraordinaria estas jóvenes mujeres se incluyeron en el clandestinaje para colaborar –con riesgo de perder la vida o caer en prisión– dentro de las diversas organizaciones que luchaban contra la férula comunista que se imponía de manera salvaje, fusilando sumariamente a los opositores o encarcelando ilegalmente, estatizando toda propiedad privada y amedrentando a la población por medio de la vigilancia extrema.
Ellas cayeron presas y fueron torturadas de muy diversas maneras; estuvieron en prisión por varios periodos, algunos de 14, 16 y 18 años. Debe escandalizar a la humanidad que hasta cerca de 4000 mujeres –todos sus casos documentados, imposibilitadas de aparecer en una sola foto como ésta– sufrieron privación de libertad. Padres, hermanos, esposos y otros familiares de muchas fueron fusilados, torturados y encarcelados. Hubo más de una que perdió la razón (la Niña del Escambray, que falleció en Miami) o que su salud se ha afectado de por vida. Lydia Pérez dio a luz en la cárcel y murió en el parto; María Amalia Fernández del Cueto fue trasladada cruelmente con su niña desde la prisión de Guanajay a la de Baracoa, a cientos de kilómetros; Natacha, de dos años, hija de Onelia Valdés, protestaba a gritos tras las rejas a la par de su madre.
El presidio político de mujeres cubanas fue de un heroísmo supremo. La entrega de su juventud y alegría no tiene paralelo en la historia de la humanidad. Un presidio político de mujeres que clama al cielo por ser desconocido en el mundo civilizado y que es único en la historia de Occidente. De horribles sufrimientos fueron durante los años en que vivieron en condiciones de extrema crueldad y abusos.
Ellas veneran a otras de mayor edad ya fallecidas, entre ellas a Polita Grau y a Sara del Toro; a Aleja Sánchez Piloto, la Dra. Caridad Vega, Xiomara Wong y a otras muchas que dieron ejemplos de estoicismo y valentía. Todas ellas, jóvenes entonces, demostraron que sus convicciones son las correctas para los demás cubanos que las compartimos. Admiramos su conducta, valoramos su sacrificio.
Hay libros publicados por estas extraordinarias protagonistas. La Dra. Ana Lazára Rodríguez, Carmina Trueba, y Albertina O’Farrill y Marta de la Paz han documentado sus vivencias. Se aproximan las obras de Emelina Núñez y de América Quesada, que ampliarán la saga vivida en el sistema totalitario de Cuba.
Esta bella foto fue tomada en los jardines de la anfitriona de la reunión, mi amiga América Quesada, matancera, una gran cubana como sus compañeras de foto y que eligió especialmente el día de la Inmaculada. A ellas me vinculan los mismos sentimientos de amor a Cuba, y los míos aparte, de admiración. Curiosamente, de entre ellas conocí de pequeñita a Mercedes Roselló en el Colegio de las Ursulinas; a Glorita Argudín, a quien traté de jovencita en el Club de Profesionales de La Habana, la asomaron a una ventana en Topes de Collantes amenazándola con lanzarla al precipicio; a Aracely Rodríguez San Román, que fue mi alumna en el Miami Dade College; a Cristina Cabezas, en su misión de liberar a Jorge Valls, su esposo; a la Dra. Isabel Rodríguez, por su práctica médica en Miami; a Griselda Nogueras, en las tablas escénicas; a América Quesada y Carmina Trueba en caminos convergentes en Miami. Este admirable conjunto de mujeres cubanas representa la lucha en pie insoslayable del exilio cubano y la historia viva del dolor del pueblo nuestro que no ha cesado aún.

Periodista y profesora del Miami Dade College.

Colaborador Jose Bello. Gracias

viernes, 12 de mayo de 2017

LA RASTRA DE LA MUERTE

Espeluznante Narración del Brigadista
Emilio Valdés Calderón

El brigadista Emilio Valdés Calderón, 3099, salió de Cuba el 8 de noviembre de 1959 y regresó con un rifle en la mano el 17 de abril de 1961. Fue estudiante de la "Academia Marrero", en el Reparto Almendares, cerca de La Habana, y miembro del Cuerpo de Tallares de la Policía Nacional, en el Cuartel Maestre. Actualmente, 1992, es el delegado de la Brigada 2506 en California. Su relato del viaje en «La Rastra de la Muerte» es profundamente conmovedor, al mismo tiempo que causa indignación por la crueldad y bajezas de los comunistas.
(Entrevista)

EN LA RASTRA DE LA MUERTE (extracto)

Al llegar a Girón nos maltrataron: escupiéndonos, insultándonos, amenazándonos con el paredón. Nos metieron en una casa donde había muchos más prisioneros. Entre ellos vi a tres que fusilaron después. Uno fue Pérez Cruzata, quien había estado antes con Efigenio Amejeiras, Jefe de la Policía.
Estábamos decididos a afrontar lo que nos deparara el destino. En un cuarto habíamos más de treinta, y allí encontré a mi primo, tirado en el piso. No lo habían atendido.
Ya nos estamos acercando en la entrevista al momento en que más de cien brigadistas iban a ser introducidos en una rastra de fabricación norteamericana, que era empleada para transportar mercancías congeladas. Aunque no por esta vez, que iba a cargar una preciosa humanidad. A pesar de haber transcurridos treinta y un años de ese bestial hecho, Emilio Valdés no puede evitar borrarlo de su mente y sufrir una fuerte emoción cuando habla del mismo. Con la voz afectada nos dice:
Nos alinearon frente a una rastra junto a la que estaba parado el Comandante Osmani Cienfuegos (hermano de Camilo). Un señor (Fernández Vila, Oficial del INRA - Instituto Nacional de la Reforma Agraria) iba llamando a muchos, incluyendo a heridos. En esa lista caímos mi hermano Francisco, Humberto y yo.
En el libro "The Bay of Pigs", su autor, Haynes Johnson, revela que el hijo de José Miró Cardona fue interrogado rudamente por Carlos Rafael Rodríguez, pero que no se doblegó a esa rata comunista. Cuando Fernández Vila pronunció el nombre de Eneido Oliva (capturado el 23 de abril), Cienfuegos le preguntó que tenía que decir. Oliva respondió con su nombre, rango y número de serie. Vila le gritó que estaba insultando a Osmani, a lo que el prisionero erguidamente contestó: "Cállate, que tú no eres más que un ladrón del INRA."Oliva fue sacado de la rastra, lo que posiblemente salvó su vida.
Cuando ya habían cerca de 110 brigadistas dentro de la rastra, los que eran vejados de palabra por Cienfuegos - Fernández Vila le dijo que se iban a morir asfixiados. Y así se expresó esa hiena de Castro: "No importa. ¡De todas formas, los vamos a fusilar! ¡Tráiganme cuarenta cochinos más!
Buenooo.. sigamos ahora con el espantoso relato de nuestro entrevistado, Emilio Valdés:
Ciertas aquellas palabras de Osmani Cienfuegos. Yo las escuché.
Emilio está completamente emocionado. Le cuesta trabajo hablar. Se hace una pausa muy prolongada. Sergio, Orlando y el periodista también callamos. Le aconsejamos a Emilio que no se apure, que descanse. Ya repuesto, continua:
Yo estimo que había 161 prisioneros en la rastra, y un joven de unos 20 años, campesino de la Ciénaga, que no sé por qué lo pusieron con nosotros. Antes de entrar, tratamos de aclarar que 61 no era un invasor, pero no nos hicieron caso. Ese joven fue uno de los que murió asfixiado.
Más de 40 heridos fueron tirados en su interior. Cerrada la puerta lateral, el vehículo fue puesto en movimiento. Tratamos desesperadamente de volcarlo lanzándonos todos contra los lados, pero inútilmente. Las paredes interiores estaban cubiertas con madera, creo de 'plywood', y lo demás era como macilla muy dura, como un zinc. Un paracaidista que sabía Karate logró romper algunas tablas.
Estábamos muy apiñados y el aire comenzaba a faltar. Fue horrible. La oscuridad era total. Se produjo un caos. Difícil de describir aquellas escenas... En la parte de atrás de la rastra logramos hacer algunas hendiduras con los metales de nuestras correas, de nuestros cinturones, y un pedazo de hierro que apareció no sé cómo. El Infierno de Dante me lució entonces un paseo por el Prado...

LA IMPRESIONANTE MUERTE DE JOSE MILLÁN

Logramos hacer unos cuatro huequitos de más o menos una pulgada y media cada uno, y claro, éramos muchos para todos poder usarlos. Esas ranuras fueron hechas como a unos tres pies del piso. En la parte del frente de la rastra se produce una gran agitación, ya que allí no había respiración alguna.
Algunos de esos hombres, ya casi desmayados, logramos cargarlos, pasarlos hacia atrás y ponerlos juntos a los huecos. Uno de ellos fue Arteaga, vecino mío en Cuba, quien prácticamente muerto, pudimos revivirlo. Mi hermano, el viejo Guerra y su hijo estaban al lado opuesto del ancho de la rastra.
El viejo Guerra nos arengó para que estuviésemos tranquilos pues así nos íbamos a salvar. Yo usé un hueco y después se lo di a un compañero. Unas naranjas que alguien logró introducir, o que un miliciano nos dio en Girón, nos sirvieron de mucho para calmar la sed. Sobre el piso ya estaban mezclados sudores y desechos humanos.
Poníamos nuestras camisas en las Paredes Para absorber la humedad y el frío de la noche, y pasándolas por nuestros cuerpos nos ayudaba a mantenernos vivos y alertas, pues si uno caía al piso, no se levantaba más. Ya algunos habían muerto. Y he aquí lo que más me impresionó en aquel trágico viaje de ocho horas...
Un compañero, José Millán, saltó del piso y me dio en la cara, sin querer... (las palabras se traban)... Me dejó saber su nombre y que tenía a su esposa e hijas en Miami. Entonces me confesó que se iba a morir en ese momento... que tenía a Jesucristo delante de 61... que nosotros seríamos salvados... No pasaron dos minutos, y Millán cayó muerto. A mi lado.
"La única gran alegría que tuve en toda esa odisea fue encontrarme a mi tío Rosendo Valdés, sano y salvo, en el Palacio de los Deportes."
Supimos que la rastra había llegado al Castillo del Príncipe. Después siguió hasta el Palacio de los Deportes, donde por fin, por primera vez, fue abierta una puerta lateral. Casi no podíamos levantarnos. Mi hermano y el viejo Guerra me ayudaron a salir. Cuando miré hacia atrás, vi a muchos cuerpos en el suelo.
Después supimos que habían muerto nueve y uno poco después, incluyendo aquel jovencito que no era brigadista. Fue un espectáculo de horror. La culpabilidad directa fue de Osmani Cienfuegos. Noté en el Palacio que muchos militares hicieron gestos desaprobando aquel holocausto, aquella masacre e ignominia. Un verdadero acto de cobardía. Fidel Castro fue tan responsable como Osmani, por respaldarlo.

Cuando se escriba completa la historia de Bahía de Cochinos, se van a saber muchas cosas más.

Nota: Colaboración de José  “Pepe” Bello


sábado, 6 de mayo de 2017

TESTIMONIO DE CARLOS CALVO SOBRE MASACRE EN BONIATO

MASACRE EN LA CARCEL POLITICA DE BONIATO

Por Carlos M. Calvo

Aniversario de la masacre cometida contra los presos políticos en las tapiadas de Boniato
El 1ro de septiembre de 1975 un grupo de presos políticos encerrados en la terrible cárcel de máxima seguridad de Boniato, en la región oriental de Cuba, fuimos salvajemente agredidos por las fuerzas represivas del régimen castro comunista. Y esto solo por pedir asistencia médica para un recluso.
Todo comenzó el 31 de agosto. Llevábamos 5 años en celdas de castigo, semi desnudos, sin ver la luz del sol, sin asistencia médica, sin correspondencia. Como único alimento nos daban un poco de harina de maíz sancochada en el almuerzo y un plato de macarrones blancos en la comida. Todo ese tiempo lo habíamos pasado en ropa interior, casi desnudos, en protesta por el mal trato que nos daban.
Nuestra situación no podía ser peor. De pronto oímos a un hermano nuestro gritando desesperado para que lo llevaran a la enfermería pues tenía un dolor de muela terrible y la boca podrida, llena de humor. Pero los guardias, lejos de brindarle asistencia médica se burlaban del preso insultándolo y gritándole que se pudriera. Entonces el recluso comenzó a golpear la plancha de hierro que servía la puerta para que vinieran a curarlo. Al ver que no venía nadie los demás presos comenzamos a gritar también pidiendo hablar con el oficial de turno. Al fin, al cabo de 2 horas se apareció el Jefe de Orden Interior, conocido por Omar, pero solo para decirle que no lo sacarían al dentista hasta por la mañana.
Paso el resto de la noche y a las 9 de la mañana vinieron los guardias, pero, en vez de llevarse al recluso al médico abrieron las puertas de nuestras celdas y nos dijeron que saliéramos que nos iban a dar 2 horas de patio. Aquello nos sorprendió y, conociendo sus métodos, pensamos que aquello era una trampa por lo que salimos, era obligado, pero entonces nos sentamos en el suelo esperando a ver lo que sucedía. No pasaron 20 minutos cuando nos mandaron a entrar. Entramos, pero no sin insistir con los guardias que sacaran el recluso al dentista. Entonces en forma chantajista y prepotente, el Jefe de Orden Interior dijo que si el preso quería asistencia médica tenía que vestirse. Este le contestó que en el hospital se podía estar en pijama por lo que si le traían uno se resolvía el asunto. El oficial le dijo que no, y viro la espalda. El preso volvió a golpear la puerta pidiendo ayuda y el resto de los presos comenzamos también a gritar y a hacer bulla para que lo atendieran.
No pasaron 5 minutos cuando un batallón de esbirros entro al edificio provistos de palos, cabillas y armas de fuego disparando y dando golpes a diestra y siniestra. Aquello fue una verdadera masacre. Más de 37 reclusos heridos de balas mientras que uno murió. Se llamaba Gerardo González a quien le decíamos “Hermano de la Fe” por sus creencias religiosas y su amor al prójimo. Tan profundas eran sus convicciones religiosas que mientras le disparaban gritaba: “perdónalos, Dios mío, que no saben lo que hacen”. Hubo también dos heridos de gravedad: Enrique Diaz Correa y Evelio Hernández. Pero la situación no quedo ahí. Nos trasladaron para el edificio donde estaban los delincuentes comunes sin tratar las heridas que nos habían ocasionado, pues para ello, seguían diciendo, teníamos que vestirnos. Yo mismo tenía una herida de bala en una pierna cuyo orificio de salida se había infectado produciéndome un dolor terrible. Pero contrario a lo que esperaban, los comunes, lejos de hacernos la vida imposible como pensaban los carceleros, nos respetaron, nos admiraron y, lo peor para las autoridades del penal, nos proporcionaron de sus alimentos, de sus ropas y hasta nos curaron las heridas como pudieron. Pero ahí tampoco duramos mucho. Al entrar los carceleros en el pabellón y ver lo bien que nos trataban los comunes nos sacaron nuevamente de ese lugar y nos devolvieron para las celdas tapiadas donde estábamos anteriormente.
En esa situación infrahumana nos tuvieron 7 años y 7 meses. Esto es un gran mentís a la propaganda de los Castro de que en Cuba no se tortura a los presos.
  

Carlos M. Calvo, 15 años en las cárceles políticas cubanas. 

Nota: Colaboració de José "Pepe" Bello 

jueves, 4 de mayo de 2017

OLGA DIGNA Y MARCIAL ARUFE, MUERTOS EN COMBATE

Olga Digna Fernández Cañizares Y Marcial Arufe Delgado (Muerte trágica. Vil asesinato)

Por Tito Rodríguez Oltmans (extracto)

               Olga era empleada de la Compañía Cubana de Electricidad, y él era Director de Transporte del INRA.  Se conocieron a finales de 1959. Los dos ya estaban participando activamente en la lucha frontal contra del Régimen castro-\comunista. En 1960 ambos fueron fundadores del Movimiento SAC (Salva a Cuba), junto con Octavio Barroso, Pablo Palmieri, Virgilio Campanería, Alberto Tapia Ruano, Tito Rodríguez Oltmans, y otros jóvenes más. Meses después en mayo de 1960 numerosos grupos de acción se unen en lo que se llamó “Unidad Revolucionaria”, para concentrar más fuerza combativa.

El 14 de abril de 1961 Olga y Marcial eran intensamente buscados por el Departamento de Seguridad del Estado (DSE), el G-2. Desde hacía varias semanas ambos operaban en la clandestinidad. El peligro que corrían era inmenso, por lo cual les aconsejamos que salieran del país. Pocos días antes de la invasión de Girón decidieron no irse de Cuba y pelear hasta el final, sin importarles el peligro que corrían. Después de haber hecho esa decisión, ambos acordaron contraer matrimonio para no separarse jamás, en la vida o en la muerte. Esta decisión nos la comunicaron el 14 de abril de 1961.  El 21 de abril temprano en la mañana, en una casa de seguridad del Movimiento que estaba en Miramar cerca del río Almendares, cuando iban a ser arrestados por el G-2, se entabló un fuerte tiroteo. Resultando muertos cuatro agentes del DSE, y la muerte de ellos dos. Marcial murió baleado al lado de la puerta de entrada del apartamento, y ella herida, corrió hacia el cuarto a buscar otra pistola. Agentes del G-2 la siguieron acribillándola a balazos por la espalda, cayendo muerta a los pies de la cama.
Ese día el amor de Olga y Marcial quedó sellado para siempre al mezclarse la sangre de ambos en suelo cubano.
Los cubanos decentes del Exilio, los que queremos en el futuro una Cuba libre, independiente y soberana, sin comunismo, ni comunistas, ni progresistas, ni liberales, ni bandidos, ni oportunistas quienes conllevan el diabólico disfraz del cambio, de la transición pacífica reconciliatoria, la cual solo es; “MAS DE LO MISMO”, promovido repetitivamente mediante explicaciones dialécticas, para la eventual transformación hacia  un Gobierno de transición, en el cual estarán en altos cargos de poder, sujetos que fueron altos miembros de la tiranía, asesina, ladrona, abusadora y destructora de nuestra Cuba.
Para que esto no suceda, todos los cubanos honestos debemos de cerrar fila y ayudar a los que en Cuba pueden hacer posible lograr la libertad y soberanía de nuestra Patria. En Cuba las calles están allí, y estas, deben de ser tomadas y controladas por los cubanos decentes que viven en la isla, y que son mayoría. Ya llegará el momento en que todos los combatientes del exilio estemos en las calles junto a ellos codo con codo haciendo lo que se tenga que hacer para limpiar y liberar a nuestra Patria. Que es difícil, eso todos lo sabemos, pero si es "moral y patriótico". Además, es el único camino honorable que existe para lograr la libertad. Las tiranías en ciertos momentos necesitan tener una oposición controlada para cínicamente decirle al mundo que ellos son “demócratas”.

Mis enemigos, son mis enemigos. Los amigos de mis enemigos, son mis enemigos. Y los que les hacen conscientemente el juego a mis enemigos, ellos también lo son.


Nota: Colaboración de José “Pepe” Bello

miércoles, 3 de mayo de 2017

TESTIMONIO DE TORRES CALERO, DE PIE ANTE LAS BALAS



                                                                                                        José Miguel Torres Calero

Durante la etapa del trabajo forzado nuestras vidas siempre estuvieron en peligro, dado el poco respeto que se tenía por la vida humana. El 9 de Diciembre de 1966 se produjo un tiroteo de enormes proporciones, en el que mataron a Eddy Alvarez Molina y Danny Crespo, hiriendo también de bala a René González Guerra.
Estábamos regando abono en la finca El Abra, cerca  de Nueva Gerona. La primera pareja que llenó el “jolongo”, tomó un surco que estaba bastante cerca del cordón, y uno de los custodios le disparó, ahí mismo empezó un fuego cruzado, que atrapó al propio sargento y cabos del bloque que empezaron a gritar tratando de detener aquel tiroteo. Los cabos estaban aterrorizados, pero entre los presos se produjo una reacción sorpresiva e inconcebible para personas ajenas a la dinámica humana que se vivía en los bloques de trabajo forzado: los presos no nos tiramos al suelo; los tiros cruzando y los presos de pie.  Los cabos nos gritaban desde el suelo diciendo que estábamos locos, y hubo respuestas muy originales, en especial un grito muy claro de José Candelario que recuerdo perfectamente: “No nos tiramos al suelo porque nos roncan los cojones y hay que matarnos  parados”.
La balacera se mantuvo bien cerrada sus tres o cuatro minutos.  Al terminar los disparos, los presos empezaron a coger palos, piedras, lo que hubiera, y los cabos se dividieron tratando por una parte de  controlar a los guardias del cordón y por otra a nosotros, hasta que vimos a los heridos desangrándose y la cordura se impuso.
Inmediatamente, Alberto Walsh, Lionel Rodríguez y José Candelario hablaron con el Jefe del bloque y le dijeron muy enérgicamente, pero controlando el tono y el sentido de las palabras, que los compañeros heridos no se podían quedar allí y que nosotros íbamos a sacarlos de todas maneras. Los cabos respondieron que no había camiones disponibles, y nuestra respuesta fue que los íbamos a cargar y salir a la carretera para detener algún vehículo, que le garantizábamos que nadie se iba a fugar, y que si no nos creían, ya podían empezar a disparar porque íbamos a cruzar el cordón. Así lo hicimos y logramos finalmente detener un camión y colocar los heridos en el mismo; por supuesto, nadie se fugó.
Minutos más tarde, llegaron alrededor de cien guardias y varios oficiales armados para combatir, incluyendo dos tanquetas.
 En el camino hacia el presidio murió Eddy y el 25 de Diciembre falleció Danny.



Nota: Colaboración de Jose “Pepe” Bello



lunes, 1 de mayo de 2017

MOMENTOS DIFICILES ANTES DE UN FUSILAMIENTO

CRONICA DE MARTIRES
Dr. José Antonio Muiño Gómez.
Por Tito Rodríguez Oltmans

José Antonio Muiño Gómez nació en Sagua La Grandes, Las Villas el 30 de Marzo de 1917. Su madre se llamaba Estela y su padre José. Curso sus estudios en El Colegio Jesuita de Sagua. Termino sus estudios de bachiller e ingreso en La Universidad de La Habana en la escuela de Odontología donde curso su carrera graduándose en 1943. Perteneció a La Agrupación Católica Universitaria siendo miembro de La Congregación Mariana de dicha Institución. Contrajo matrimonio con Soledad González de cuya unión tuvieron dos hijas; Lourdes y Carmen, adoptando a un sobrino de su esposa que se había quedado huérfano llamado Venerando. Estableció su domicilio y consulta en la Avenida de 10 de Octubre # 1379 en La Víbora. Muiño, como todos sus amigos le decíamos era un gran cubano, un excelente profesional, un gran amigo, y un ferviente católico práctico.
En el año de 1959 comienza a trabajar como dentista en La Base Aérea de San Antonio de los Baños. Antes de aceptar ese puesto en La Base, ya Muiño sabia de la penetración comunista en todos los ámbitos gubernamentales. Acepto la posición con el propósito poder combatir la maquinaria comunista desde adentro de las filas militares, aunque el era Dentista, no un militar. Durante el tiempo que estuvo trabajando en La Base observo los cambios militares e ideológicos-políticos que estaban ocurriendo. En dicha Base existía una cédula de combatientes, a la cual el pertenecía, que se unieron en esa labor de observación e inteligencia la cual serviría para poder combatir al Régimen desde adentro, en el momento que fuera preciso para su derrocamiento, sabiendo todas las interioridades de dicha Base Aérea.  En 1961 llegan a la Base en el más estricto secreto enormes guacales, eran los primeros aviones MIG 15 de fabricación soviética que iban a ser ensamblados en Cuba por técnicos soviéticos, quienes entrenarían a técnicos cubanos para hacer esa labor en el futuro. Muiño lo observa todo, pero ya la Seguridad Interna de La Base (G-2) lo estaba siguiendo por su condición religiosa de católico practico, y por no tener una participación activa en los estudios de superación ideológica y las charlas de los cuadros marxistas internos.
Después de la fracasada invasión por Playa Giron, debido a la falta de apoyo por La Administración del Presidente John F. Kennedy, la revisión de todo el personal militar en Cuba se efectúa de forma inmediata. Muiño no sabe de la infiltración de La Seguridad del Estado en su cédula, y es arrestado mientras trabajaba en el propio gabinete dental de La Base. Es el mes de Junio de 1961, comienza el largo calvario de torturas inconcebibles dirigidas por la KGB soviética y ejecutada por la Seguridad Castro-comunista. Comienza el calvario que terminara en su asesinato por fusilamiento.
Al ser arrestado por el G-2 es conducido inmediatamente a la comandancia que se encontraba en 5ta y 14 en Miramar. Allí esta solo unas horas, lo trasladan de noche a las famosas “casitas” o “puntos X’s”, lugares de torturas continuas y sistemáticas, corporales y síquicas. Lo primero que hacen los guardias al llegar a estos dantescos centros de tortura, es quitarte toda la ropa y encerrarte en un cuarto sin mueble ni ventanas, con una luz enrejada en el techo de 2000 watts (bujías), la cual permanece siempre encendida. La temperatura del cuarto es de 50º Fahrenheit, la comida (si lo que dan se le puede llamar así) la dan a deshoras, muy salada y muy poca agua para beber. La persona empieza a perder la noción del tiempo, no sabe si es de día o de noche.  Los interrogadores, casi siempre en grupos de tres, entran bien abrigados, obligando al preso a estar sentado en el piso, y ellos parados, para crear un sentido de superioridad en la persona. Los interrogatorios son brutales en forma verbal, pueden durar desde media hora hasta tres o cuatro. A Muiño lo llevaron a un salón donde le pusieron un casquete de metal con electrodos los cuales le emitían corrientazos directos a los nervios auditivos, después de estas sesiones, la persona pierde toda estabilidad, vomitándose y arrastrándose por el piso durante horas. Cuando la persona se esta estabilizando vuelven los interrogatorios. A él también lo encerraron en un closet pequeño de puntal alto donde estaba una enorme campana protegida por barrotes, la cual sonaba indistintamente cada 30, 45 o 60 segundos. El espacio es tan reducido que no te permite ni sentarte en el piso, estas sesiones pueden durar hasta 6 horas. Al salir, la persona está completamente sorda y desorientada, amen de estar totalmente cubierto por tus propios orines y excremento. Después de esta sesión, los interrogadores esperan a que empieces a recuperar el audio y vuelven con las preguntas. Muchas otras formas brutales de torturas le fueron aplicadas a Muiño.
Según los cálculos de la KGB una persona solo podría resistir estas torturas entre 25 y 30 días. Muiño las resistió por tres meses. Su cuerpo estaba muy maltratado pero su entereza síquica nunca fue quebrantada. Su Patriotismo y su Fe fueron sus acompañantes en todo momento.  De las “siniestras casitas” fue trasladado a la Prisión de La Cabaña. En la Cabaña, yo compartía con él un buen rato del día. Entre los que estábamos presos yo era el encargado de leer la Misa Simbólica en La Prisión, y por ese motivo otros presos, también católicos me pasaban Las Hostias Consagradas que se recibían a clandestinamente a través de las visitas, las cuales yo que se les daba a los que iban a ser fusilados.  
Llega el 2 de febrero de 1962, temprano en la mañana el Oficial de guardia llama a la causa 20 de 1962. La causa en la cual estaban Muiño y Octavio Barroso quienes por seguro al volver del juicio irían a las celdas de los condenados a muerte y fusilados esa misma noche. Octavio me pidió la comunión, y Muiño me pidió que la ostia de el la partiera en dos, una mitad la tomaría allí mismo delante de mi antes de ir al juicio, y la otra mitad envuelta en un papelito se la guardo en el bolsillo, diciéndome que la tomaría al salir de “capilla” rumbo al Paredón, y que su ultimo pensamiento seria dedicado a Cuba, y a su familia.  Al atardecer regresan todos los encartados de la causa 20, los condenados a Muerte son separados inmediatamente y conducidos a las celdas llamadas “capillas”. A las once p.m., en el silencio de esta dependencia militar, desde nuestras galeras vimos primero encenderse las potentes luces del foso que alumbran el Paredón, y acto seguido sentimos los motores de los autos del morboso público que llegaba, eran militares y civiles (muchos jóvenes miembros de la Unión de Jóvenes Comunistas) para presenciar los fusilamientos.
En el proceso de los fusilamientos en La Cabaña venían dos pelotones de cadetes de La Escuela de Oficiales de Managua. Un pelotón iba a las “capillas a buscar al condenado a muerte (uno a uno) y lo escoltaban junto con los Oficiales de La Prisión hasta el foso al lado de la galera 17, donde estaba preparado el pelotón ejecutor de esa noche. A los condenados al salir de la celda se le quitaba la camisa y se le amarraban las manos con soga, además, con ultima censura después de los fusilamientos de abril del 61, a los condenados a muerte se le cubría la boca con un pedazo ancho de esparadrapo, para que no pudieran gritar: “VIVA CUBA LIBRE – VIVA CRISTO REY”.  
Historia nos dijeron otros dos condenados  a muerte de otra causa (Miguel Garcia Armengol y Francisco - Paquito - Almohina) que después las penas de muerte de ellos fueron conmutadas a 30 años de prision, Muiño tomo la Hostia antes de ser amordazado.
A las 11:15 p.m. fue fusilado Muiño. Cinco minutos después fusilaron a Octavio. Al momento de la descarga de los ocho rifles, Muiño tenía su pensamiento en La Libertad de Cuba, en su familia y la Hostia en su boca. E.P.D.
NOTAS;
El oficial Jefe de los centros de torturas del G-2 era el Capt. Isidoro Malmierca Peoli. El oficial Jefe de supervisión de “las casitas” era el primer Tte. Miguel Brugueras. El oficial que dio los tiros de gracia esa noche de febrero 2 de 1961, fue el Tte. Arsenio Franco. El encargado del Pelotón de Fusilamiento que dio las voces de mando, fue el Sargento Gomez. El oficial Jefe de La Prisión de La Cabaña era el primer Tte. Pérez-Peraza. El infiltrado del G-2 infiltrado en el grupo es el Comandante Orlando Fernández Saborit, graduado de la Academia Naval del Mariel en la época de Batista. (Vive en la actualidad retirado con los grados de Coronel) – (Escribe de Literatura y poesía en “Juventud Rebelde”)
El Fiscal de la causa 20/1962 fue Carlos Amat Fores, conocido como “El Fiscal del Paredón”. En su historial con Fiscal Revolucionario tiene mas de 550 fusilamientos. Fue Ministro de Justicia y Embajador en Ginebra, Suiza representando a Cuba ante la Oficina de la ONU de Los Derechos Humanos”
Pregunta: ¿Reconciliación con “QUIEN”?

Nota: Colaboración de José "Pepe" Bello