miércoles, 3 de mayo de 2017

TESTIMONIO DE TORRES CALERO, DE PIE ANTE LAS BALAS



                                                                                                        José Miguel Torres Calero

Durante la etapa del trabajo forzado nuestras vidas siempre estuvieron en peligro, dado el poco respeto que se tenía por la vida humana. El 9 de Diciembre de 1966 se produjo un tiroteo de enormes proporciones, en el que mataron a Eddy Alvarez Molina y Danny Crespo, hiriendo también de bala a René González Guerra.
Estábamos regando abono en la finca El Abra, cerca  de Nueva Gerona. La primera pareja que llenó el “jolongo”, tomó un surco que estaba bastante cerca del cordón, y uno de los custodios le disparó, ahí mismo empezó un fuego cruzado, que atrapó al propio sargento y cabos del bloque que empezaron a gritar tratando de detener aquel tiroteo. Los cabos estaban aterrorizados, pero entre los presos se produjo una reacción sorpresiva e inconcebible para personas ajenas a la dinámica humana que se vivía en los bloques de trabajo forzado: los presos no nos tiramos al suelo; los tiros cruzando y los presos de pie.  Los cabos nos gritaban desde el suelo diciendo que estábamos locos, y hubo respuestas muy originales, en especial un grito muy claro de José Candelario que recuerdo perfectamente: “No nos tiramos al suelo porque nos roncan los cojones y hay que matarnos  parados”.
La balacera se mantuvo bien cerrada sus tres o cuatro minutos.  Al terminar los disparos, los presos empezaron a coger palos, piedras, lo que hubiera, y los cabos se dividieron tratando por una parte de  controlar a los guardias del cordón y por otra a nosotros, hasta que vimos a los heridos desangrándose y la cordura se impuso.
Inmediatamente, Alberto Walsh, Lionel Rodríguez y José Candelario hablaron con el Jefe del bloque y le dijeron muy enérgicamente, pero controlando el tono y el sentido de las palabras, que los compañeros heridos no se podían quedar allí y que nosotros íbamos a sacarlos de todas maneras. Los cabos respondieron que no había camiones disponibles, y nuestra respuesta fue que los íbamos a cargar y salir a la carretera para detener algún vehículo, que le garantizábamos que nadie se iba a fugar, y que si no nos creían, ya podían empezar a disparar porque íbamos a cruzar el cordón. Así lo hicimos y logramos finalmente detener un camión y colocar los heridos en el mismo; por supuesto, nadie se fugó.
Minutos más tarde, llegaron alrededor de cien guardias y varios oficiales armados para combatir, incluyendo dos tanquetas.
 En el camino hacia el presidio murió Eddy y el 25 de Diciembre falleció Danny.



Nota: Colaboración de Jose “Pepe” Bello



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