José Miguel Torres Calero
Durante
la etapa del trabajo forzado nuestras vidas siempre estuvieron en peligro, dado
el poco respeto que se tenía por la vida humana. El 9 de Diciembre de 1966 se
produjo un tiroteo de enormes proporciones, en el que mataron a Eddy Alvarez
Molina y Danny Crespo, hiriendo también de bala a René González Guerra.
Estábamos regando abono en la finca El
Abra, cerca de Nueva Gerona. La primera
pareja que llenó el “jolongo”, tomó un surco que estaba bastante cerca del
cordón, y uno de los custodios le disparó, ahí mismo empezó un fuego cruzado,
que atrapó al propio sargento y cabos del bloque que empezaron a gritar
tratando de detener aquel tiroteo. Los cabos estaban aterrorizados, pero entre
los presos se produjo una reacción sorpresiva e inconcebible para personas
ajenas a la dinámica humana que se vivía en los bloques de trabajo forzado: los
presos no nos tiramos al suelo; los tiros cruzando y los presos de pie. Los cabos nos gritaban desde el suelo
diciendo que estábamos locos, y hubo respuestas muy originales, en especial un
grito muy claro de José Candelario que recuerdo perfectamente: “No nos tiramos
al suelo porque nos roncan los cojones y hay que matarnos parados”.
La
balacera se mantuvo bien cerrada sus tres o cuatro minutos. Al terminar los disparos, los presos
empezaron a coger palos, piedras, lo que hubiera, y los cabos se dividieron
tratando por una parte de controlar a
los guardias del cordón y por otra a nosotros, hasta que vimos a los heridos
desangrándose y la cordura se impuso.
Inmediatamente,
Alberto Walsh, Lionel Rodríguez y José Candelario hablaron con el Jefe del
bloque y le dijeron muy enérgicamente, pero controlando el tono y el sentido de
las palabras, que los compañeros heridos no se podían quedar allí y que
nosotros íbamos a sacarlos de todas maneras. Los cabos respondieron que no
había camiones disponibles, y nuestra respuesta fue que los íbamos a cargar y
salir a la carretera para detener algún vehículo, que le garantizábamos que
nadie se iba a fugar, y que si no nos creían, ya podían empezar a disparar
porque íbamos a cruzar el cordón. Así lo hicimos y logramos finalmente detener
un camión y colocar los heridos en el mismo; por supuesto, nadie se fugó.
Minutos
más tarde, llegaron alrededor de cien guardias y varios oficiales armados para
combatir, incluyendo dos tanquetas.
En el camino hacia el presidio murió Eddy y el
25 de Diciembre falleció Danny.
Nota: Colaboración
de Jose “Pepe” Bello
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