martes, 30 de mayo de 2017

MUJERES CUBANAS PRESAS EN LOS 60

ROSA LEONOR WHITMARSH: Ayer y hoy, con el mismo anhelo: Cuba libre.
Mujeres cubanas que padecieron el horror del presidio político se reúnen en una casa de Miami. CORTESÍA DE LA AUTORA
ROSA LEONOR WHITMARSH
Sí, son aquellas mismas muchachas que en la década de los años sesenta acababan de terminar su enseñanza media o universitaria, salían con sus novios y hacían planes para realizar sus sueños. Provenían de las seis provincias de la Cuba de entonces, sin imaginarse que sus vidas se entrelazarían con un propósito en común: que en Cuba no se impusiera el régimen comunista cuyos testaferros habían tomado el poder disfrazados con piel de oveja fingiendo reorientar el país hacia una total democracia que el dictador anterior había fracturado aunque no destruido.
Con una conciencia cívica extraordinaria estas jóvenes mujeres se incluyeron en el clandestinaje para colaborar –con riesgo de perder la vida o caer en prisión– dentro de las diversas organizaciones que luchaban contra la férula comunista que se imponía de manera salvaje, fusilando sumariamente a los opositores o encarcelando ilegalmente, estatizando toda propiedad privada y amedrentando a la población por medio de la vigilancia extrema.
Ellas cayeron presas y fueron torturadas de muy diversas maneras; estuvieron en prisión por varios periodos, algunos de 14, 16 y 18 años. Debe escandalizar a la humanidad que hasta cerca de 4000 mujeres –todos sus casos documentados, imposibilitadas de aparecer en una sola foto como ésta– sufrieron privación de libertad. Padres, hermanos, esposos y otros familiares de muchas fueron fusilados, torturados y encarcelados. Hubo más de una que perdió la razón (la Niña del Escambray, que falleció en Miami) o que su salud se ha afectado de por vida. Lydia Pérez dio a luz en la cárcel y murió en el parto; María Amalia Fernández del Cueto fue trasladada cruelmente con su niña desde la prisión de Guanajay a la de Baracoa, a cientos de kilómetros; Natacha, de dos años, hija de Onelia Valdés, protestaba a gritos tras las rejas a la par de su madre.
El presidio político de mujeres cubanas fue de un heroísmo supremo. La entrega de su juventud y alegría no tiene paralelo en la historia de la humanidad. Un presidio político de mujeres que clama al cielo por ser desconocido en el mundo civilizado y que es único en la historia de Occidente. De horribles sufrimientos fueron durante los años en que vivieron en condiciones de extrema crueldad y abusos.
Ellas veneran a otras de mayor edad ya fallecidas, entre ellas a Polita Grau y a Sara del Toro; a Aleja Sánchez Piloto, la Dra. Caridad Vega, Xiomara Wong y a otras muchas que dieron ejemplos de estoicismo y valentía. Todas ellas, jóvenes entonces, demostraron que sus convicciones son las correctas para los demás cubanos que las compartimos. Admiramos su conducta, valoramos su sacrificio.
Hay libros publicados por estas extraordinarias protagonistas. La Dra. Ana Lazára Rodríguez, Carmina Trueba, y Albertina O’Farrill y Marta de la Paz han documentado sus vivencias. Se aproximan las obras de Emelina Núñez y de América Quesada, que ampliarán la saga vivida en el sistema totalitario de Cuba.
Esta bella foto fue tomada en los jardines de la anfitriona de la reunión, mi amiga América Quesada, matancera, una gran cubana como sus compañeras de foto y que eligió especialmente el día de la Inmaculada. A ellas me vinculan los mismos sentimientos de amor a Cuba, y los míos aparte, de admiración. Curiosamente, de entre ellas conocí de pequeñita a Mercedes Roselló en el Colegio de las Ursulinas; a Glorita Argudín, a quien traté de jovencita en el Club de Profesionales de La Habana, la asomaron a una ventana en Topes de Collantes amenazándola con lanzarla al precipicio; a Aracely Rodríguez San Román, que fue mi alumna en el Miami Dade College; a Cristina Cabezas, en su misión de liberar a Jorge Valls, su esposo; a la Dra. Isabel Rodríguez, por su práctica médica en Miami; a Griselda Nogueras, en las tablas escénicas; a América Quesada y Carmina Trueba en caminos convergentes en Miami. Este admirable conjunto de mujeres cubanas representa la lucha en pie insoslayable del exilio cubano y la historia viva del dolor del pueblo nuestro que no ha cesado aún.

Periodista y profesora del Miami Dade College.

Colaborador Jose Bello. Gracias

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