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TIGRES DE LOS LLANOS: LOS PATRIOTAS DE MATANZAS
En la Provincia de Matanzas se peleó con
furia. Después de Las Villas, Matanzas fue la región donde más se combatió
contra el comunismo, utilizando tácticas guerrilleras. Más de veinte grupos de
alzados se mantuvieron activos desde 1960 hasta 1965.
El jefe guerrillero que más tiempo estuvo alzado en la Provincia
fue Benito Campos, conocido por Campitos. Campitos era bajo de estatura, de
pelo canoso, y usaba un sombrero Stetson negro y una ametralladora M3. Valiente
y astuto, Campitos había sido capitán del Ejército Rebelde. Se había alzado en
1960 contra el régimen de Castro en Las Villas. Sus hijos, Chicho y José Martí
Campos, también veteranos de la lucha contra Batista, iban con él. El
alzamiento de los Campos fue auspiciado por el MRR Después de varios meses,
operando en la zona de Las Villas, Campitos y sus hombres se trasladaron para
la frontera entre las Provincias de Matanzas y Las Villas. Su guerrilla contaba
con dos docenas de hombres y una amplia red de colaboradores que se extendía por
las dos provincias.
A Campitos los comunistas lo llamaban El Majá,
por su habilidad para eludir cercos. El propio régimen publicó que Campitos en
el transcurso de un mes, burló veinte y siete operaciones militares. Este
detalle nos dá una panorámica de quien era Campitos, de su coraje y valentía,
pues eludir veinte y siete cercos en treinta días es una hazaña sobre humana.
Por cuatro años Campitos y sus hombres mantuvieron en jaque a las fuerzas
castristas, pero la guerrilla ya agotada en su lucha constante contra fuerzas
superiores, fue rodeada y aniquilada.
El cerco fue tendido por tropas del LCB
dirigidas por L tardo Proenza, Campitos y su grupo pelearon su última batalla
en un cañaveral cerca del Central Mercedes. Seis hombres del LCB murieron en la
refriega. Chicho y José Martí Campos murieron en la acción. Campitos herido, se
parapetó y continuó combatiendo solo y tratando de huir, pero al no poder
romper el cerco, sintiéndose acorralado, se pegó un tiro, muriendo el 4 de
septiembre de 1964.
Otro de los guerrilleros legendarios de
Matanzas fue Perico Sánchez González, un ganadero y hombre de familia de la
zona de Jagüey Grande. Se alzó a los 48 años de edad sin tener experiencia
militar, pero con el deseo de pelear por la libertad de su Patria. Uno de sus
hijos, Raúl, fue miliciano, y había participado en la Primera limpia del
Escambray. El muchacho regresó de Las Villas lleno de asco y abochornado, al í
había visto a los milicianos quemando los bohíos de los guajiros que se negaban
a ser relocalizados. Esta experiencia lo llevó a conspirar junto con su padre,
aunque permaneció en la milicia para facilitar sus actividades conspirativas.
Bajo investigación por actividades clandestinas, Perico Sánchez fue arrestado
en dos ocasiones. La tercera vez que la policía lo intentó detener, Perico se
batió a tiros con la policía castrista, donde resultó herido en una mano.
Perico logró escapar, alzándose en la zona sur de Matanzas, armado de una
ametralladora Thompson. Dos de sus cinco hijos, Pedro y Raúl, se alzaron junto
con él. Desde abril de 1961 hasta mediados de 1963, las guerrillas de Perico
Sánchez causaron estragos en las filas castristas. Los delatores fueron
ajusticiados y las patrullas emboscadas. La guerrilla de dieciocho hombres fue
cercada en Palmar Bonito por un batallón de milicias y unidades militares del
MINFAR. Perico y sus hombres rompieron el cerco, librando combates continuos
por cinco días. Pedrito, uno de los hijos de Perico, logró evadir el cerco
escondiéndose en la Ciénaga de Zapata. Allí, hambriento, logró sobrevivir
alimentándose de lo que encontraba a su paso en aquel inhóspito lugar. Mientras
tanto, su padre reorganizaba la guerrilla después del combate del Palmar
Bonito, llevando a cabo una serie de emboscadas audaces contra tropas del
régimen.
Uno de los incidentes más conocidos ocurrió el
28 de enero de 1963, en las cercanías de Jagüey Grande. La guerrilla incendió
un cañaveral y tendió una emboscada en los alrededores del incendio. Cuando un
carro patrulla con cuatro policías se acercó al siniestro, los guerrilleros
abrieron fuego, resultando muertos tres de los cuatro agentes. Unos días
después, cercados nuevamente, los guerrilleros evadieron el cerco cruzando
tembladeras pantanosas donde los castristas no se atrevían a pasar. El 7 de
abril de 1963 en la finda Cantabria, entre Pedro Betancourt y Torriente; la
guerrilla fue atrapada en otro cerco, estableciéndose un intenso combate donde
murió el hijo de Perico, Pedrito Sánchez. Dos días más tarde y en la misma
zona, su hermano
Raúl Sánchez y otro guerrillero, Wilfredo
Rodríguez fueron ametrallados cuando intentaban cruzar la tercera línea de un
triple cerco que habían tendido las fuerrzas del régimen. En este combate
resultaron muertos cuatro milicianos y Perico con sus hombres lograron escapar.
Deprimido por la muerte de sus dos hijos, y perseguido constantemente, Perico
decide abandonar la Provincia de Matanzas, refugiándose por varias semanas en
Güira de Melena en la Provincia de La Habana. Desde su escondite, Perico
Sánchez mandó un último mensaje a sus hermanos: «Yo estoy vivo. Perdí a dos
hijos. Intenté morir en el cerco, pero tengo que seguir luchando para acabar
con estos comunistas». Cercado por unidades de la policía y agentes de la
Seguridad del Estado, Perico Sánchez logró escapar de la casa donde se había
refugiado, pero tropezó con otra patrulla frente a la fábrica de Carretas Comet
a la entrada de Güira de Melena. Con su pistola en mano murió combatiendo al
enemigo. Era la noche del 10 de mayo de 1963, en un mes tres miembros de la
familia Sánchez de Jagüey Grande habían caido en combate.
Después de su muerte, el cadáver de Perico
Sánchez fue transportado a su pueblo natal, siendo paseado por las calles del
pueblo a la vista pública. Su primo, Tino Sánchez, un connotado comunista de la
zona, iba sentado adentro del camión que llevaba el cadáver de Perico, y
gritaba por un altoparlante, «al bandido Perico Sánchez lo eliminamos, ya el
pueblo puede dormir tranquilo». El camión, con su carga macabra, pasó por
frente a la casa de los padres de Perico Sánchez.
Otro de los más aguerridos jefes guerrilleros
de Matanzas fue Juan José Catalá, conocido por el apodo de Pichi. Un hombre
fuerte de baja estatura, el Pichi había sido teniente del Ejército Rebelde en
la lucha contra Batista. Asignado como jefe militar de la zona de Jovellanos, y
disgustado con el giro que tomaba la revolución, al Pichi no le tomó mucho
tiempo comenzar a conspirar de nuevo. Auspiciado por el MRR, en 1960 se alzó en
Matanzas. Su grupo, uno de los primeros, estaba bien organizado, operando en
las zonas de Jovellanos y Bolondrón. Pichi logró coordinar con otros grupos de
alzados acciones simultáneas. Sus ataques a vehículos del régimen se hicieron
tan frecuentes, que en 1962 las tropas castristas sólo se movían en la tuna, de
noche y en forma de convoys. Jeeps o camiones no se atrevían a moverse solos
por las carreteras de Matanzas, ya que los hombres del Pichi estaban al acecho.
En Pedroso, cerca de Pedro Betancourt, los guerrilleros incendiaron varios
kilómetros de sembradío de caña que ardieron fuera de control. Los alzados
coordinaron la acción para quemar la zona por varios lugares consecutivos. El
fuego iluminó el cielo matancero como si fuera de día, y era tan intenso, que
para apagarlo fue necesario llevar hasta Matanzas unidades de bomberos de la
Provincia de la Habana. Después de cuatro días, más de veinte millones de
arrobas de caña ardieron en el inmenso sabotaje, que se considera fue el mayor
en toda la guerra.
Después de romper numerosos cercos, el 22 de marzo
de 1963, Pichi con varios de sus hombres fueron atrapados en una finca cerca
del Central Limonares. Armado de una carabina M2, Pichi Catalá murió en
combate, enfrentándose a una tropa del LCB dirigida por el Comandante Lizardo
Proenza. Al morir, el jefe guerrillero se encontraba cubriendo la retirada de
sus hombres.
Hubieron numerosos jefes guerrilleros de
probado valor y patriotismo, que combatieron contra el comunismo en la
provincia de Matanzas. Uno de ellos fue el pintoresco jefe guerrillero Francisco
Castañeda, conocido por Pancho Jutía, el cual adornaba los árboles de su región
con letreros que proclamaban la zona: «Primer Territorio Libre de Pancho
Jutía». Otros de los más conocidos jefes alzados fueron Gerardo Fundora,
Gervasio Cabrera, Delio Almeida, Julio Falcón y Joaquín Benítez, conocido como
El Capitán Bandera.
Los guerrilleros de Matanzas se mantuvieron
activos pese a tremendos contratiempos. Hubieron guerrillas no sólo en las
lomas y en los pantanos, sino también en los llanos, donde los alzados lograron
funcionar escondiéndose en fincas, sembradíos y potreros. Muchos utilizaron
cuevas para esconderse, llegando incluso a excavar cuartos subterráneos que
cubrían con maleza para no ser detectados. Pese a que luchaban contra huestes
muy superiores, los alzados de Matanzas pelearon heroicamente desde principios
de 1960 hasta finales de 1964.
Tomado del libro de Enrique G Encinosa
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